Monday, November 28, 2005

 

Espejismo


¿Serías capaz
de mirarme a los ojos
bajo una tarde lluviosa?

¿Serías capaz de tomar
mis manos y rodear
mi cintura con un abrazo tuyo?

¿Serías capaz de
atravesar más allá de perenne barrera
y desprender una aun mis corazas y mis ropas
hasta quedar desnudo frente a ti?

¿serías capaz de acariciar mí piel y deforme ser,
darme un beso verdadero
y me hagas el amor?

No lo harías,
pues no tienes
los ovarios bien puesto
para decidirte

La verdad es que jamás lo harías conmigo.

 

Mi Primera Cita



Como lo prometí el otro día, relataré mi primera cita que tuve con Alexandra, la chica con quien tuve mi primer beso.

Conocí a Alexandra cuando cursaba el cuarto semestre, ella estaba en primero y nos hicimos amigos muy rápido. Cierta noche, a la salida de clases, le conté sobre mi fallida salida con Anita, a quien tuve que rogarle para que saliera conmigo, y que la final todo fue forzado; digamos que me vio como un proveedor de alimento, fichas de videojuegos y nada más. Me dejó parado en la esquina como un tonto, mientras subía al bus de regreso a su casa.

- Si te diría que salieras conmigo no lo harías - dije en una mala broma.

- Te diría que sí- contestó. La miré escéptico y ella sonrió -. Quiero salir contigo.

Quedamos en vernos al día siguiente a las 9 am, en la entrada del CC Caracol. Fue el 25 de mayo del 2001, aún lo recuerdo. La encontré esperando puntualmente con los brazos cruzados, los cuales me recibieron al abrazarme en cuanto me presenté a ella.

Caminamos por mucho rato, conversando bajo un agradable sol. Visitamos cada centro comercial del área, comimos, nos divertimos en los videojuegos y terminamos descansando en los graderíos del palacio de hielo. Se sentó en mis piernas acurrucada en mis brazos y nos quedamos dormidos unos minutos.

Al despertarnos, nos arrimamos a uno de los muros, y entre mirar a la gente que patinaba y chistes sin sentido, nos miramos frente a frente, nos abrazamos, permanecimos así por mucho tiempo. Fue la primera vez que abrazaba a alguien. Ella no dejaba de sonreír mientras nos besábamos al estilo eskimal (no tuve valor para besar sus labios). Por primera vez en mucho tiempo me sentí querido, sentí que a alguien le importaba. No deseaba que se acabara esa fantástica tarde y la abracé lo más que pude.

Fue el mejor encuentro, el más cercano que tuve con una mujer, antes de los tiempos oscuros, antes de la llegada de Darth Croxus...

 

Fiesta de hipócritas (Parte uno: ¡Dejen al toro en paz!)



En esta parte del planeta, las fiestas de fin de año han llegado, y la más importante del calendario son las fiestas de Quito. Si uno es observador podrá hacer un alto y cuestionarse lo que se celebra.

Allá en ese 6 diciembre de 1534 las tropas españolas, al mando del capitán Sebastián de Benalcázar, tras saquear cada ciudad que invadían, llegaron a Quito, hambrientos del oro que prometía el nuevo mundo. Tras quemar la ciudad, someter a los aldeanos y violar a las vírgenes del sol, lograron capturar al caudillo Rumiñahui, lo torturaron a fin de que responda sobre las demás riquezas del último emperador inca Atahualpa. Rumiñahui prefirió morir antes de decir nada.

Bajo estas circunstancias, los invasores destruyeron toda la ciudad, y sobre estas ruinas se edifica la nueva ciudad San Francisco de Quito.

¿Cómo alguien, en su sentido común puede celebrar una fiesta concebida en el salvajismo y muerte que ocurrió haces ya más de 400 años?

Otro factor igual de indignante es el ridículo ritual que tiene su apogeo durante esta festividad: la temporada taurina. El que menos, se las da de español puro cuando frecuenta la plaza de toros, asumiendo un rol patético para darse de importante (hasta el acento español se imita) haciendo esfuerzos para ocultar su piel oscura y su mestizaje.

Eso ya queda en la conciencia de cada quien. Lo más molesto es que todavía ya en el siglo XXI se continúe con la horrísona costumbre de torturar a un ser vivo. No es nada divertido ver al pobre toro humillado, incrustado de banderillas, haciéndolo sufrir hasta el cansancio para luego darle muerte de una estocada o más en el caso de que el animal se niegue a morir

¿Como es posible que estando en un nuevo siglo no se erradique esa práctica cuya gente “gente” indolente gusta ver a otro ser vivo sufrir?

Si quieren ver sufrimiento vean el box, (los humanos están ahí porque quieren eso es distinto) o las luchas de robots que son hasta le muerte. Pero es tiempo de hacer conciencia y decir basta a este cruel acto de carnicería sin sentido.

¡Tortura no es arte ni cultura!

Friday, November 25, 2005

 

¿que harias si no tuvieras miedo?

No hace mucho, Kodama leyó un graffiti: “¿Qué harías si no tuvieras miedo?”- ¿Qué harías tú?- me preguntó ella, y lo he pensado en estos últimos días.¿Qué haría yo si no tuviera miedo?Obviamente, la pregunta no se refiere a los miedos comunes: al fuego, a las arañas, a las alturas y demás, sino a esos miedos que nos han impedido evolucionar, y tomar las acciones y decisiones que debimos hacerlo en su tiempo.Si yo no tuviera miedo, para empezar, no habría tenido que estar mis años en Vietnam, en el frente industrial (traduciendo, le habría dicho a mi padre que no quería entrar a un colegio técnico y seguir sus pasos como él lo hubiese esperado, prefiriendo estar en un colegio común); le habría reclamado su tiempo sus vejaciones (ahora es distinto, no dejo tan fácilmente) y habría tenido una adolescencia normal, ya saben, ir a fiestas, tener chicas y talvez una que otra fornicación. Habría sido un rival adecuado contra fer, mi mejor amigo.Si no hubiese tenido miedo, me habría graduado de diseñador gráfico (bueno eso de estar en la facultad de comunicación es otra historia). También habría dicho a Patricia Álvarez, una compañera cuando estuve en la politécnica (siguiendo una carrera que no me sentía a gusto) que la quería. Cosa similar me paso con Rocío (una tragedia con ventura) y las que vinieron a lo largo de mi vida.Para bien o para mal, confronté mis miedos ya en los últimos años de colegio (algo tarde). Gané el respeto de mis compañeros de guerra a base de puños; al poco tiempo decidí aceptar mis tendencias rockeras y mostrarme como un seguidor más. Ese fue el paso más importante, porque a partir de ese auto-descubrimiento y auto-construcción, soy lo que soy ahora (agregando además el apoyo psicológico de Marcela, mi primera maestra y mejor amiga de ese entonces).Luego vino otro miedo a vencer: seguir la carrera que me sentía identificado: Comunicación, debiendo afrontar la decepción de mi padre (ya que siempre a considerado que esa clase de carreras son inútiles y para gente idiota). Aún así lo hice. A partir de estos dos hitos, la mayoría de miedos están confrontados.Si me hago la pregunta en el presente, diría que si yo no tuviera miedo, escribiría con más pasión y determinación (a fin de publicar una de mis obras), leería con más avidez, me dedicaría a dibujar (puesto que creí que diseño y el cómic se enseñaba en la facultad de comunicación); vería los medios para viajar a Japón, Finlandia y un par de países más; también tendría mi propio grupo de rock para dedicarme a la música. Si no tuviera miedo, seria una persona mucho más diferente de lo que soy ahora (un rockero mucho más poderoso).Si no tuviera miedo, buscaría el medio para volver a mi hogar, ya que aquí no pertenezco con nada ni con nadie...

 

Cecilia


Ceci es la mayor de mis amigas. 24 años, morena, de largos cabellos. Tiene una mirada a veces dulce, a veces triste, unos labios sensuales que los probé una vez en mis sueños locos.Es gordita, pero de esas gorditas que despiertan pasiones con sus encantos (¡menos mal que soy inmune a ellos!) No será muy buena cocinando (como me lo dijo una vez, cuando fuimos compañeros en la facultad) pero es generosa, justa y cariñosa. Le gusta el anime (de hecho la conocí así cuando yo hojeaba una revista de anime y ella se acercó a preguntar que leía) Star wars, el señor de los anillos, y conversar conmigo.

Hemos tenido pocas aventuras juntos, pero de esas pocas han sido muy memorables, como el viaje que hice con ella a Cuenca por asuntos de trabajo, hace pocos meses. Allí nos conocimos mucho mejor.

Ella, igual que Joy, es de mis mejores consejeras. Ceci es de las pocas amigas mías que no me prejuzgan por cómo soy. La quiero mucho.

No sé que sitio me guarde Ceci en su ser, pero ella está dentro de un sitio importante en mí reducto afectivo, como una buena amiga, graciosa, y gentil; conocedora de mis deformes secretos.

Keep my secret well, like my eyes keep my tears.

Thursday, November 24, 2005

 

Hablando de besos



Una de las cosas que me ha intrigado es ¿Por qué los humanos besan con los ojos cerrados?

No me tomen por morboso. Cuando voy por las calles y me encuentro con una pareja besándose, noto que ambos cierran los ojos ¿Por qué? ¿Será para no ver la cara a la otra persona? ¿O es que cuando cierran los ojos mientras besan, imaginan que es otra persona con quien deberían hacerlo? Y no se diga cuando están fornicando.

A partir de haber observado muchas películas eróticas y similares, he notado que los humanos follan con los ojos cerrados ¿Acaso por las razones anteriormente señaladas?

Pero volviendo al tema del beso ¿Qué es lo que representa?, ¿Una demostración de esa cosa que llaman amor, o es solo un ritual más del complejo modo de vida humano?

Una cosa es cierta, las costumbres humanas frente al beso y a la cópula son interesantes, pero a la vez incomprensibles para mí...

 

Mi primer beso


Tras haber leído el último escrito de princess, acerca de su primer beso, me hizo rememorar el mío...

Mi primer beso, y quizá el último que tuve hasta estos días, ocurrió en el mes de diciembre del año pasado; en una tarde en que me encontré con Alexandra, una compañera de la facultad que me gustaba, y con quien también tuve mi primera cita (eso es otra historia que algún rato contaré).

Tras habernos conocido en dos semestres, y haber tratado de ser su pareja, no nos volvimos a ver en muchos meses. Aquella tarde la hallé cerca del teatro universitario.

Volvimos a conversar a los tiempos, reímos y caminamos por la universidad, hasta hacer un alto en el bar de jurisprudencia.

Sentí que debía decirle una vez lo que sentía por ella y que deseaba que ella fuera la primera en mí vida.

Alexandra me miró con sus ojillos cafés y tomó mis manos.

- Eres, lindo, me gustas y todo eso, pero no eres lo que busco.

Dicho esto besó mi frente, rodeó sus brazos a mi cuello y me besó los labios. Fue un beso de compasión, que cada vez que lo recuerdo me sabe igual.

Así es, Alexandra me besó por compasión, por ser un hombre sin recursos. Y la verdad no me extraña que lo haya hecho.

Es fue la última vez que sentí un beso. Francamente dudo que alguna otra mujer lo vuelva a hacer.

 

Mejor que el sexo: ¡EL ROCK!


El rock está por encima de todo, incluyendo a la mujer (y viceversa)

El rock, es un término algo difícil de explicar. No es sólo la música, es una emoción (mucho más rica que las comunes), es una actitud, una filosofía, un vínculo que logra introducirse en tú interior a través de la música y sentirse completo.

Es como los Jedis llamarían la Fuerza. Cuando escuchas rock, cualquier estilo, te sientes en trance, ves las cosas desde otro ángulo, como un calidoscopio sicotrópico. Sientes el poder, la alegría, también la melancolía y la ira, todo en uno. Ves el pasado, el presente y los millones de posibles futuros, con solo dejar a tu cuerpo que absorba las tonadas, sea moviéndose al ritmo o en un baile estático. Y cuando estás en el pináculo de la euforia musical, sientes una conmoción en tu interior, algo como un orgasmo, la piel te hormiguea y tú corazón quiere reventar. Ese es el poder del rock, algo que muy pocos llegan a experimentar.

Es por eso que el rock es mi Fuerza, y no sería el mismo sin su música. Es una de las pocas sensaciones que me mantienen cuerdo, le da algo de sentido a mí vida y jamás la dejaré.


¡LARGA VIDA AL ROCK!

 

Debería enclaustrarme


Debería enclaustrarme
para alejarme de todo;
no ver, ni oír, ni sentir a nadie

Maldigo mi factor animal
que está inserto en mí
cual plaga inútil,
irritándome a traición

Pues tú me hieres como todas,
contoneándote provocativa,
jugando a ser deseable,
transpirando la pasión que te rehúsas a darme,
mofándote mis labios y mi sexo rígido
a quien les niegas desahogarse.

Te burlas, sabiendo que estoy nulificado
por estas cadenas.

Me hieres como todas
cuando me sonríes, dándome las sobras,
tratándome cual pobre desahuciado,
en tanto ofreces tu carne al mejor postor
para luego enseñarme tu éxtasis en marcas de piel.

Debería enclaustrarme lejos, muy lejos,
para apartarme de todas y de ti...

 

¿Qué harías si no tuvieras miedo?

No hace mucho, Kodama leyó un graffiti: “¿Qué harías si no tuvieras miedo?”

- ¿Qué harías tú?- me preguntó ella, y lo he pensado en estos últimos días.

¿Qué haría yo si no tuviera miedo?

Obviamente, la pregunta no se refiere a los miedos comunes: al fuego, a las arañas, a las alturas y demás, sino a esos miedos que nos han impedido evolucionar, y tomar las acciones y decisiones que debimos hacerlo en su tiempo.

Si yo no tuviera miedo, para empezar, no habría tenido que estar mis años en Vietnam, en el frente industrial (traduciendo, le habría dicho a mi padre que no quería entrar a un colegio técnico y seguir sus pasos como él lo hubiese esperado, prefiriendo estar en un colegio común); le habría reclamado su tiempo sus vejaciones (ahora es distinto, no dejo tan fácilmente) y habría tenido una adolescencia normal, ya saben, ir a fiestas, tener chicas y talvez una que otra fornicación. Habría sido un rival adecuado contra fer, mi mejor amigo.

Si no hubiese tenido miedo, me habría graduado de diseñador gráfico (bueno eso de estar en la facultad de comunicación es otra historia). También habría dicho a Patricia Álvarez, una compañera cuando estuve en la politécnica (siguiendo una carrera que no me sentía a gusto) que la quería. Cosa similar me paso con Rocío (una tragedia con ventura) y las que vinieron a lo largo de mi vida.
Para bien o para mal, confronté mis miedos ya en los últimos años de colegio (algo tarde). Gané el respeto de mis compañeros de guerra a base de puños; al poco tiempo decidí aceptar mis tendencias rockeras y mostrarme como un seguidor más. Ese fue el paso más importante, porque a partir de ese auto-descubrimiento y auto-construcción, soy lo que soy ahora (agregando además el apoyo psicológico de Marcela, mi primera maestra y mejor amiga de ese entonces).

Luego vino otro miedo a vencer: seguir la carrera que me sentía identificado: Comunicación, debiendo afrontar la decepción de mi padre (ya que siempre a considerado que esa clase de carreras son inútiles y para gente idiota). Aún así lo hice. A partir de estos dos hitos, la mayoría de miedos están confrontados.


Si me hago la pregunta en el presente, diría que si yo no tuviera miedo, escribiría con más pasión y determinación (a fin de publicar una de mis obras), leería con más avidez, me dedicaría a dibujar (puesto que creí que diseño y el cómic se enseñaba en la facultad de comunicación); vería los medios para viajar a Japón, Finlandia y un par de países más; también tendría mi propio grupo de rock para dedicarme a la música. Si no tuviera miedo, seria una persona mucho más diferente de lo que soy ahora (un rockero mucho más poderoso).

Si no tuviera miedo, buscaría el medio para volver a mi hogar, ya que aquí no pertenezco con nada ni con nadie...

 

¿Qué harías si no tuvieras miedo?

No hace mucho, Kodama leyó un graffiti: “¿Qué harías si no tuvieras miedo?”

- ¿Qué harías tú?- me preguntó ella, y lo he pensado en estos últimos días.

¿Qué haría yo si no tuviera miedo?

Obviamente, la pregunta no se refiere a los miedos comunes: al fuego, a las arañas, a las alturas y demás, sino a esos miedos que nos han impedido evolucionar, y tomar las acciones y decisiones que debimos hacerlo en su tiempo.

Si yo no tuviera miedo, para empezar, no habría tenido que estar mis años en Vietnam, en el frente industrial (traduciendo, le habría dicho a mi padre que no quería entrar a un colegio técnico y seguir sus pasos como él lo hubiese esperado, prefiriendo estar en un colegio común); le habría reclamado su tiempo sus vejaciones (ahora es distinto, no dejo tan fácilmente) y habría tenido una adolescencia normal, ya saben, ir a fiestas, tener chicas y talvez una que otra fornicación. Habría sido un rival adecuado contra fer, mi mejor amigo.

Si no hubiese tenido miedo, me habría graduado de diseñador gráfico (bueno eso de estar en la facultad de comunicación es otra historia). También habría dicho a Patricia Álvarez, una compañera cuando estuve en la politécnica (siguiendo una carrera que no me sentía a gusto) que la quería. Cosa similar me paso con Rocío (una tragedia con ventura) y las que vinieron a lo largo de mi vida.
Para bien o para mal, confronté mis miedos ya en los últimos años de colegio (algo tarde). Gané el respeto de mis compañeros de guerra a base de puños; al poco tiempo decidí aceptar mis tendencias rockeras y mostrarme como un seguidor más. Ese fue el paso más importante, porque a partir de ese auto-descubrimiento y auto-construcción, soy lo que soy ahora (agregando además el apoyo psicológico de Marcela, mi primera maestra y mejor amiga de ese entonces).

Luego vino otro miedo a vencer: seguir la carrera que me sentía identificado: Comunicación, debiendo afrontar la decepción de mi padre (ya que siempre a considerado que esa clase de carreras son inútiles y para gente idiota). Aún así lo hice. A partir de estos dos hitos, la mayoría de miedos están confrontados.


Si me hago la pregunta en el presente, diría que si yo no tuviera miedo, escribiría con más pasión y determinación (a fin de publicar una de mis obras), leería con más avidez, me dedicaría a dibujar (puesto que creí que diseño y el cómic se enseñaba en la facultad de comunicación); vería los medios para viajar a Japón, Finlandia y un par de países más; también tendría mi propio grupo de rock para dedicarme a la música. Si no tuviera miedo, seria una persona mucho más diferente de lo que soy ahora (un rockero mucho más poderoso).

Si no tuviera miedo, buscaría el medio para volver a mi hogar, ya que aquí no pertenezco con nada ni con nadie...

Tuesday, November 15, 2005

 

Desperté entre tus cobijas


Desperté entre tus cobijas

Desperté entre tus cobijas, con tu rostro sobre mi pecho y mis manos en tus curvas.

- ¿Cómo pudo haber pasado? - me dije, saliendo de mí letargo.

Me sentí confundido, mas mi miembro levantado deseaba más acción, como ocurrió la noche anterior.

Lo que nos ha ocurrido pasó tan raudo, un río de imágenes succionando mi mente.

Un cuarto estrecho. Tú, poseía por el placer de tu marihuana, mandaste al diablo a Vladimir.

Arrancaste tu ropa de un tirón. Tan solo el baby doll negro cubría tu cuerpo de bailarina. Tus piernas, forradas de medias negras sujetas al liguero, yacían cruzadas sobre el banquito incitándome ansiosas, al tiempo que tus manos se estiraron a mi entrepierna, despertando mis instintos.

El sabor de lo prohibido pudo más que mi sentido de razón. Minutos antes Eras mi amiga. Mis sexo retador te vio mujer. Me enceguecí.

Te tomé del banquito arrojando el baby doll que te regalé por tu cumpleaños. Toqué tus generosos senos que me fascinaron desde que te conocí en la facultad apretándolos, lamiéndolos al ritmo de tus jadeos. No dudé en penetrarte sorpresivo y aullaste como una demente y te ahogué con un beso de tu boca, mis manos se posaron en tu pecho, entre nuestros bamboleos rítmicos y duros con tus uñas clavándome la espalda. Rugiste un orgasmo, retorciéndote con mi palpitante miembro que llenó tu interior mi fluido cálido, y nos quedamos dormidos ahí mismo.

Paso todo tan rápido. El cuarto que fue otrora nuestro refugio fue testigo de nuestros arranques de pasión. Vestí mis ropas negras sin decirte nada. Solo me miraste y besaste mi mano, yo te sonreí y salí de tu casa para ya no volver.

Afuera, el cielo se teñía de azul. Cerca del estación del bus, descubro a alguien conocido

- Buenos días Vladimir.

 

MI HIJA JOHANNA


Mi hija Johanna

Johanna apareció en mi camino en una lejana tarde de julio del 2002. Ojillos verde marihuana, traviesos y desvergonzados, unos labios algo felinos, figura curva con un ligero bamboleo de caderas. Ingeniosa, curiosa, ocurrida, casi siempre risueña, con una mirada de niña maliciosa y a la vez enternecedora. Es la más joven de mis pocas amigas, la más inquieta, la más soñadora.

Tal vez en otro contexto, con unos años menos, una apariencia menos tétrica y con mis primeros rasgos de afecto (que alguna vez conservé), Johanna hubiera sido talvez una buena pareja. Mas, debido a mis últimos cambios internos, jamás la he visto como mujer y eso es bueno; no hubiera soportado un rechazo más.

En vez de ello, la he visto como la niña inquieta que es, preguntona, bromista, que gusta del buen comer, caminar y el cine (cuando puedo llevarla).Adoro cuando ella pone suma atención cuando vemos una película, cuando se asusta o ríe. La verdad es que Johanna se ha convertido en la hija que jamás tendré ( eso es una ventaja, ya que me exime de crear una por el medio tradicional).

Con el pasar de estos 3 años, Joy, mi hija, se ha ganado mi confianza y mi respeto. A sus 22 años me ha demostrado que la vida puede verse con ojos inocentes, dispuestos a descubrir lo que hay en un canto de aves, en un atardecer, o una plática en una cena con pizza y chocolate caliente.

Ignoro (como en mis otras amigas) qué lugar ocupo en ella, si solo soy un pasajero más en su vida, un personaje secundario o una sombra más. Lo único que sé es que Joy ocupa un espacio privilegiado en mi memoria y en mi reducto emocional. La quiero mucho. Ella es como un sueño, y de ese sueño no quiero despertar.

Con todo y las canas verdes que me saca, así como arrugas, Joy me hace reír, reflexionar y ver la vida con ojos de niño.

Friday, November 11, 2005

 

¿Sobre que quieres que escriba hoy?

No hay nada en mi, solo sombras y ecos

Soy tan solo una distorsión

Carente de todo

Pues nada tengo para darte,

Ni siquiera mi vida:

Un mísero don que escupiré

Cuando la muerte me llame

Para no volver jamás.

 


Me siento sucio. Todos los días la misma y jodida terapia. Me da asco y pena más que gusto. Un leve antídoto para mantenerme cuerdo cuando el sudor salino cubre mi deforme torso.

Y cuando todo acaba no puedo eludir el estado miserable que me embarga, otrora culpa, hoy repulsión y rencor. Es un mal necesario, como un apéndice inútil, un freno que me retiene y un estorbo a la vez.

Soy un error, una distorsión...

Y nada puedes hacer al respecto ¡NADA!

Thursday, November 10, 2005

 

Cuando ver la televisión era un placer

Yo pertenezco a la generación de la televisión. A falta de amigos en mi infancia y adolescencia (sin mencionar la exclusión de mis primos a la hora de jugar), la televisión fue ese amigo artificial que me mostraba el mundo a través de su pantalla de cristal. La mayor parte del tiempo me la pasaba frente a ella, devorando sus imágenes a todo color y calibre, me ha mostrado casi todo, desde lo fantástico, lo hermoso, hasta lo morboso y cruel que el humano ha podido crear. Definitivamente era un placer a veces compartida con la familia, pero principalmente mío, solo mío; la televisión a sido mi compañía inerte, complementada posteriormente con la llegada del VHS y el DVD.

Realmente era divertido y excitante disfrutar esas imágenes en movimiento sin interrupción, a excepción de los incómodos pero necesarios comerciales. Parece que han pasado siglos cuando yo regresaba del sórdido mundo real, entre las clases, las frustraciones, mi vacío emocional, y me olvidaba de todo al prender mi televisión.

¿Pero qué a pasado en estos años, concretamente con la llegada del nuevo siglo?. La televisión ha ido perdiendo ese silencioso ritual y seducción. Ya no es un placer, sino una tortura a la vista. Antes uno esperaba una semana o más para ver la película o programa que tanto ansiaba y apreciando la castidad de aquella pantalla, libre de estorbos, salvo del necesario logotipo de la empresa televisiva. Hoy es lo contrario.

El programa que tanto uno ha ansiado, no solo que cortan la secuencia al antojo de la televisora, sino que ha sido profanada cono esas horribles franjas al extremo inferior de la pantalla (sin contar que el logo de ciertas cadenas es puesto en el centro del costado derecho lo que viola la concentración del espectador)con varios e idotas propósitos.

“El día tal no se pierda el estreno de tal novela, vea el evento tal hoy a la hora tal, vote por el mejor ciudadano”. No conformes con mencionarlos durante los comerciales, lo repiten una y n veces en la franja inferior de la pantalla como si el televidente fuera un estúpido, impidiendo el disfrute del programa con se lo hacia hace no mucho tiempo. El televidente ya sabe que tal evento pasa a tal hora, lo sabe desde los comerciales pero los administradores del televisoras lo pasan por alto.

La “estrategia de la franja inferior” es explotada no solo como recorderis, sino también para “sugerir” sorteos a través del celular, compatibilidad de nombres (¿Quien diantres es Daniel que pide a Juanita que se deje de tonterías y se case con él?), También es usado como gurú (¿A quien le importa que Eduardo será en cinco años propietario de una flota de busetas?) y hasta de alcahuete ( Mi nombre es Martín, quiero conocer amigassss súper bacan para darles... mi cel 09??????)

Dicho fenómeno no sólo es da las cadenas nacionales, sino de las cadenas de televisión a nivel mundial (y es típico que en este país de tercera tiende a copiar sin cuestionar)

Este irrespeto ha ido mermando la paciencia del televidente. Ahora recurre al uso del DVD, comprando la temporada de tal serie, película o documental para volver a ese estado apacible que facilitaba la televisión cuando poseía ese estado puro. Los directivos de las televisoras ya no ven al espectador como un ser a quien debe otorgar un servicio, si uno un número de estadística para medir la audiencia.
Desearía volver a esos tranquilos años, en donde la televisión era una grata compañía y no en lo que es ahora: un estorbo necesario.

 

Cómo Carlos Mesías se transformó en Darth Croxus


Cómo Carlos Mesías se transformó en Darth Croxus


“Tú padre extirpó a Anakin Skywalker para ser Darth Vader”.
Obi–Wan Kenobi.


Tal vez alguien de ustedes se habrá preguntado el origen de mi nombre y por qué entre al lado oscuro de la fuerza. Es una historia tan larga que solo pondré las partes más importantes.

Imaginen que cada uno de nosotros, en nuestro inconsciente, es una ciudad, una república para ser más precisos, con normas y visiones de prosperidad, así como políticas de conducta de carácter democrático, desde el punto de vista afectivo. Ahora pongan esas visiones en una república con mí nombre.

En esos años, pese a todos mis malogrados episodios sentimentales, esta república aún conservaba la ridícula idea de la contraparte gemela, o como ustedes los humanos llaman pareja; de que algún día hallaría alguien quien me acepte como soy, que logre darme esa cosa llamada amor.

Cabe decir que en mis años en Vietnam (quiero decir, el colegio) jamás tuve una compañera sentimental, mucho peor cuando entré a la universidad. Toda mi vida, hasta hoy, he sido visto como un engendro, esa no es novedad para mí, aunque hubo un tiempo en que me sentía incómodo por ver a otros de mis semejantes disfrutar la compañía de sus féminas en todos sus aspectos, a la par que algunas de ellas fueron conocidas mías a las que sentía algo por ellas en secreto. Aquellas mujeres a quienes puse mi cariño terminaron por hacerme daño por mucho motivos, por no ser atractivo, por no ser su tipo, por ser como soy, hasta hubo una que me llamó mutante. La mujer que rebasó mi paciencia fue una compañera de nombre Rocío, quien me trató como a un despojo ( y yo que me cambié al horario de la tarde para estar con ella y descubrir que estaba enamorada de un profesor). La humillación que sentí fue enorme. La primera rebelión en mi sistema interno había surgido en el año 2000. La república con mi nombre se destrozó bajo la bota del general Kane.

Aquel golpe de estado propuso algunas leyes interesantes: mantenerse alejado de elementos femeninos que no sean para camaradería, y compartimiento de conocimientos. Cualquier intento sentimental quedaba prohibido. La población interna, que nada podía hacer, se limitaba a observar los acontecimientos de la primera tiranía.

La gloria del general Kane duró dos años. En el 2003, por una débil aplicación de la ley por parte de Kane, al tratar de intimar con una conocida, surgió una segunda rebelión, liderada por un misterioso ente que portaba un sable de luz a la usanza de los Jedi. Mató al general, y cuando alcanzó el dominio del territorio, se rebeló ante el pueblo.

Aquel sujeto con su sable de luz no era un Jedi, sino un lord un Sith. Sin más dilación ni remordimiento, ordenó a las tropas del nuevo régimen, entre stormtroopers, trolls y uruks-ai, a masacrar una ciudad entera para demostrar su poder. Todos perecieron, hasta los niños. Nadie sobrevivió, y cuando la carnicería terminó, el ser comunicó al pueblo que sería el nuevo comandante supremo de toda la región conocida. Su nombre era: Darth Croxus.

Las leyes de Kane no eran nada comparadas con las órdenes de Darth Croxus. Promulgó una carrera armamentista contra todo intento de acercamiento afectivo con la contraparte femenina. Cualquier insurgente que intente instigar un movimiento pro sentimental seria ejecutado públicamente por el mismo Croxus ( el último instigador fue mutilado vivo con su sable de luz por el mismo Darth Croxus). Se prohibieron todas las libertades individuales y pensamientos que atenten al orden bajo pena de muerte individual y masiva, según el humor del Supremo Darth Croxus. Si un elemento femenino se acerca con intenciones de índole romántica típica en las relaciones de pareja, las leales fuerzas del orden tienen la disposición de acabar sin temor contra esa invasión. La consigna es “Nos han pateado el trasero muchas veces, es tiempo de patear uno”.

Así fue que Darth Croxus tomó el poder del territorio inconsciente y ya han pasado dos años de glorioso control. Darth Croxus, Señor Oscuro del Sith, se mantendrá en el poder todo el tiempo que sea, porque reveló cuan inútiles y ridículas son las ideas sentimentales que profesan ustedes, los humanos y que el lado oscuro de la fuerza es mucho más poderoso.

¡Larga vida a Croxus! ¡Que la paz del nuevo orden esté a salvo en su glorioso puño!

Friday, November 04, 2005

 

Qué es es cosa que llaman amor?


Muchas veces me he preguntado ¿Qué es el amor?. Bueno, en algún lado leí que es una palabra con cuatro consonantes, dos vocales y dos idiotas. Y Eso es cierto. Otra versión dice que es el estado en que se comparte sentimientos con el otr@, que es el máximo anhelo que buscan los humanos, dignos de las más cursis novelitas de quinta, es decir con un final feliz y eso también es cierto. Pero en concreto: ¿Qué es esa cosa llamada amor?, creo nadie lo puede responder.

Científicamente, los seres humanos segregan una sustancia llamada feromona, misma que sirve para atraer el polo opuesto (aunque en esto tiempos da igual si los homosexuales y lesbianas se atraen), es lo que llaman química. Es decir, que un hombre y una mujer, por dictamen de la estúpida naturaleza, se encuentran, se gustan y entran en un tonto juego emocional (coqueteo, celos y melodramas) con el único fin de llegar a la cópula, para de este intrincado modo, engendrar al bástag@ que entrará en el estúpido círculo vicioso del “amor” de la generación siguiente.

Entonces, el estar enamorod@ es producto de la acción de las feromonas, misma que reparte los conocidos síntomas: todo da vueltas, tiemblan las rodillas cuando l@ ves acercarse, se sufre, y se ríe y cuando un@ l@ obtiene todo le parece maravilloso, hasta la mierda.

Pero no olvidemos el escondido y retorcido motivo para tanto papeleo y papelón: llegar a la cópula, follar, tirar, fornicar, chingar, lo que sea, da lo mismo, todo para perpetuar la especie. Divertido, ¿No?

Respecto a esto: ¿Alguna vez se han preguntado qué significan esas palabrejas: “Hacer el amor”?

Hacer el amor. Hacer el amor. No soy moralista ni puritano (¡al diablo la virginidad!) pero ¿Cómo pueden llamar a un acto tan salvaje, brutal y humillante hacer el amor? Analicemos: dos personas se gustan, se acarician se excitan, hasta ahí entendido, pero eso de someter y ser sometid@ para complacer al otr@ en posiciones por demás bestiales ¿Eso es hacer el amor?

Que hacer el amor es una forma de comunicación (por mas que mis amigas lo afirmen) ¿Qué comunicas? Tal vez la satisfacción animal en la mayoría de los humanos, ¿y de ahí qué?... admitámoslo, señor@s: el amor es una vaga excusa para la unión sexual y descargar los instintos (malditos instintos) primarios en los humanos.

Igualmente, eso de que existen las almas gemelas y que cada oveja con su pareja ¡NO EXISTE! (Y me consta) Es como creer que existe Santa Clous o que el Mesias viene. Solamente es un patético pretexto para seguir trayendo niñ@s, y un recurso del capitalismo para generar compra-venta de necesidades centrada en la máxima tiranía que es la familia: pilar básico de la otra tiranía llamada estado.

Es como una fotografía alterada: retiras el escenario, los planos, los objetos y ¿qué queda? Solo más bocas que alimentar, compartir el cama con el enemig@ a quien ya no l@ soportas desde hace más de 5 años, terminando por ser esclav@ de la producción-compra-venta desembocando en un interés mezquino del capitalismo.

Asi que amig@s, sepan bien esto, el amor es solo una construcción efímera para generar un nexo en las relaciones interpersonales con el afán de aumentar la taza de natalidad y sequir un estándar de vida impuesta por la facción retorcida del capitalismo. El amor no existe. Sería más honesto que ambas partes se pusieran de acuerdo en fornicar, así habría algo de franqueza en ambas partes...

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