Tuesday, February 17, 2009

 

Besos Escondidos

Acércate y no digas nada
Une tus labios a los míos
y déjate llevar.

En este rincón olvidado de fisgones
hagamos nuestra guarida momentánea.
Mírame a los ojos y bésame

Déjame sentirte una vez más
tu respirar, tu cuerpo,
la forma en que me tocas
la forma en que me haces vibrar y desearte.
Ahoga tus palabras
y olvidemos el qué dirán

Deja los miedos,
deja las culpas;
estamos solos
con nuestras manos entrelazadas,
formando un todo en nuestros labios.

Hay tanto que quiero murmurarte
como no lo hacía con nadie,
mostrarte mis secretos
y desnudar los tuyos.
No digas nada más y bésame.

Wednesday, February 11, 2009

 

Un rico, rico helado

No puedo evitar verte cada vez que estás frente al mostrador de la heladería. Me encanta observar tu expresión de niña golosa, frotando ansiosa el cristal que divide los cubículos de los distintos sabores de helado.

Ron-pasas, mora, guayaba, chocolate, vainilla, taxo, café, durazno, en fin, tus ojos brillan indecisos por unos minutos.

- ¿Qué sabores vas a pedir, Croxus – me preguntas.

- Café y mora, por esta vez, ¿Y tú, Yukino?

- No sé, no sé. Aún no estoy segura – colocas el dedo índice en tus labios -. Veamos... Ron-pasas y vainilla.

La expendedora sirve nuestra orden, y tu eres la primera en recibir el delicioso cono, misma que abarcas en tus manos cual inapreciable tesoro. En cuanto recibo el mío nos sentamos en el primer puesto que hallamos, veo como paladeas con gracia y exclamas lo delicioso que está.

- Mi pequeña Yukino - suspiro de gusto conforme prosigues tu festín de sabor. Tus ojos se ponen brillosos y un leve rubor adorna tu rostro.

Me gusta compartir un helado contigo o con la amiga de turno, porque me gusta ver sus rostros felices.

Pd: No olvides, Yukino, que te debo un helado de avellana.


Tuesday, February 03, 2009

 

La Canción del Pirata

"Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios mi libertad.
Mi ley la Fuerza y el viento,
mi única patria la mar"


 

Sobre mis leales Gafas Oscuras

No soy de los que usan artículos por pura moda, sino que las empleo con fines netamente pragmáticos, una de ellas son mis gafas de sol.

Desde que era pequeño nunca me gustó exponerme a la luz del sol, me incomodaba y hasta me ponía mal genio cuando debía caminar o hacer fila bajo esos molestosos rayos. Ya entrada en la adolescencia tuve un encuentro accidental, cuando me coloqué mis primeras gafas oscuras y con el tiempo descubrí los motivos por las cuales las uso hasta hoy.

Por un lado, mis ojos son sensibles a los rayos del sol, ya que me privan la visión así como mi sentido de orientación, por eso me protejo de ellos con un buen par de gafas, así mis ojos se relajan. Por eso no hay día en que reviso si mis gafas en mis bolsillos, y no salgo sin ellas. Muy raras son las veces en que las he olvidado en mi casa, y créanme que es incómodo para mí soportar los flagelos de un día de sol.

Otro motivo es que soy criatura de sombra, y al igual que los vampiros, me encantan los días sin sol, no obstante, la gran diferencia entre vampiros y demonios, es que nosotros toleramos los rayos del sol, mientras que ellos tienen que esconderse en las sombras hasta la llegada de la noche o que cambie el clima, ya que el solo roce de esos rayos los mataría de inmediato.

Mis gafas se han convertido en parte indispensable de mi vestuario, como dije antes ni por moda, sino por comidad.

 

Pérdida

Hay situaciones inevitables que nadie está exento de hallarse vulnerable. Perder a un ser querido, una madre, un padre, un amigo, una novia, el amor de tu vida, la persona que admiraste es una de las sensaciones más duras que uno debe presenciar en cualquier momento.

Y cuando una mañana descubres que esa persona ya no está en este mundo, notas que tu horizonte se quiebra por la melancolía, solo un espacio vacío queda como mudo vestigio de alguien que vivió en este escenario. Si bien la muerte es tan importante como la vida, no se puede evitar el pesar, ni la caída de las lágrimas. El temor a perder a alguien nos vulnera a todos; lloras por una vida apagada, mientras un observador indolente con corona divina disfruta con cada acontecimiento similar.

Decir que el espíritu es inmortal reconforta, mas no borra del todo la pena, al menos por el tiempo que sea necesario o hasta cuando las fuerzas lo permitan. La muerte tiene pocas facetas “negativas” y el lamentar una partida es una de ellas.

Perder a alguien es algo dolorosamente indescriptible. El único consuelo que queda es que la volveremos a ver.

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