Monday, August 28, 2006

 

¡SEMANA SANTA!


Esta semana no es cualquier semana. Es la semana del ROCK, nuestra SEMANA SANTA, siete días consagrados al género de géneros donde habrá conciertos, foros, y el intercambio de conocimientos entre hermanos y hermanas.

Lastimosamente, por motivos ajenos, no podré disfrutar como se debe esta semana, pero, desde mí lugar, pondré mi música con el volumen mas fuerte que de costumbre, a la memoria de que aquellos que lucharon y lograron con su talento consolidar al Género en el sitio que se merece y que aún sigue en evolución.

Rocker@s. ¡VIVA LA LIBERTAD!

¡Bienaventurados sean los Rocker@s, pues de ELL@S será el otro mundo!

Que la Fuerza le acompañe
Mí voz vive en ustedes

 

A quien corresponda II

Tengo dudas. ¿Qué parte de lo que dije y quedó en el olvido no se entendió? Porqué tu rencor, porqué tu rabia, porqué no confías en mi y me tratas como a un malvado Porqué parece que tomas venganza o te desquitas conmigo ¿Cómo saberlo, si ni siquiera tú lo sabes?

Alguien que te ha acompañado ciegamente, que lidió y estuvo en las buenas y en las malas no merece esta acción. La amistad se la cultiva, no se la destruye.

No sé lo que habrá al otro lado, solo la espera y los recuerdos que porto, recuerdos de tiempos mejores, antes de exilio, cuando existía tu rostro risueño, las preguntas interminables, los caminos de regreso a casa y nuestras voces.

A pesar de este dolor seguiré aquí aguardándote con mis brazos abiertos y mi mirada limpia. Si alguien pregunta por ti, solo me limitaré a levantar mis ojos con una fina capa de lágrimas y diré: “Lucy ha sido una de mis mejores amigas, ocurrida, risueña, audaz, y lo seguirá siendo mientras la evoque, pues así es como la recuerdo y la recordaré mientras viva en mí espíritu”.

Lucy: cuando hayas encontrado la causa, cuando la hayas confrontado y me valores de nuevo, sabes dónde y cómo buscarme. Sigo estando contigo como el amigo incondicional que fui y seré...
Que la Fuerza te acompañe.
Mi Voz vive en Ti.

Monday, August 21, 2006

 

¿Voluntad de dios?

Sara se vio rodeada por los tres cazadores vestidos de blanco. Hizo lo posible por perderlos, pero ellos consiguieron acorralarla en la terraza de un edificio. El tiempo se acortaba, pronto llegaría el día y su cuerpo vampírico no tendría escapatoria contra los rayos del sol.

- ¿Quiénes son? – preguntó ella, dejando que sus alas la cubrieran a modo de fina capa.

- Somos confesores de la orden de San Jorge - dijo el más alto -. Venimos a salvarte de tus pecados y que vengas con nosotros.

Sara rió.

- ¿Por qué?

- Porque eres una pecadora - respondió la mujer de blanco, sacando un sable de su espalda -. Arrepiéntete o muere.

- No lo haré!

- ¡Acabemos con ella! - bramó Gustav a su líder -. ¡Es la voluntad de Dios!

- ¡Matémosla! - ordenó Phil, esgrimiendo su espada al igual que Gustav con su hacha.

Los tres confesores saltaron sobre ella, pero un fuerte ventarrón los alejó de Sara. Todos miraron arriba, vieron a una enorme figura acercarse a ellos, un ser de aspecto temible con alas negras como sus ropas, situándose al lado de la vampiro.

- Croxus, el señor de la oscuridad - dijo Phil complacido - ¿Tú también vienes a recibir el perdón?

- No tengo por qué disculparme, ni ante ti, ni ante tú dios.

- ¡Blasfemo! - gritó Gustav - ¡Fornicario! ¡Sibarítico! ¡Hereje!

- Dime algo que no sepa - Las alas del demonio desaparecían de su espalda.

- Te arrepentirás de esto, vil demonio - dio un paso Irma - ¡Es la voluntad de Dios!

- ¿Qué esperan? - Croxus extendió su brazo izquierdo, de donde se formó una hoja resplandeciente, hasta unirse a su mano. Hizo un señal a Sara, ella entendió el mensaje, sacando de su cinto a Nery y Tery, sus katanas de hoja corta.

- ¡Mueran! - gritaron los confesores.

Croxus abatió a Gustav con facilidad, atravesando su filosa hoja la traquea del más inexperto de los tres.

Sara se enfrentó a los otros dos, moviendo sus armas contra ellos, logró rasguñar el antebrazo y parte del hábito blanco de Phil y destajar una porción de cabello rubio de Irma.

- ¡Maldito engendro! - rugió la confesora, viendo empujar de una patada a Phil - ¡Moriras! - sentenció ella y volvió al ataque, entrechocando su hoja contra las de la vampiro.

Phil se levantó de inmediato a atacar a Sara por la espalda, pero Croxus se interpuso al entrecruzar su espada con la del confesor.

- No te olvides de mí.

Ambos saltaron a otro edificio. El confesor ladeó su arma.

- ¡Ríndete!

- ¡Oblígame! - retó Croxus, colocando su espada a noventa grados.

El demonio y el confesor se acercaron de un salto, dando y recibiendo sus mortales acometidas. Croxus dio un giro y provocó un profundo corte al pecho de Phil, quien cayó de rodillas al borde de la azotea. Se levantó con dificultad, usando su sable como bastón, la sangre le manaba a raudales, manchando sus blancas ropas.

- ¡Tengo que matarte! - balbuceó - ¡Es la voluntad de Dios!
Croxus preparó su arma frente a él.

- Al contrario, yo te mataré. Es mí voluntad.

Perforó el corazón del hombre, el mismo que cayó hacia el vacío, luego que el demonio retirara la espada de su cuerpo.

En el otro edificio, Sara e Irma sostenían su encuentro. La vampiro movía sus katanas con elegancia en una danza coordinada. La confesora dio un salto mortal hacia atrás, en un intento por distraerla y tomó impulso hacia ella queriendo rebanar a la impía. Sara evadió el asalto pateando el pecho de la confesora, y antes que ella se recuperara, la desarmó hábilmente, colocándola de rodillas de una zancadilla; su cabeza terminó entre el par de hojas filosas.

Croxus llegó al lugar, situándose a lado de la vampiro.

- ¡Piedad! - exclamó Irma trabajosamente, los filos comenzaban a rasgar la piel de su cuello.

- ¿Tuviste piedad de mi gente! - apretó un poco a Tery y Nery - ¿Por qué he de ser piadosa contigo?

Los ojos de Irma se desorbitaron de furia.

- ¡Los mataremos! ¡Mi gente no cesará de buscarlos! ¡Sacrílegos!
- Que vengan - dijo Croxus -. Nunca podrán doblegarnos.

- ¡Es la voluntad de Dios! - gritó la confesora.

- Que así sea - Sara cercenó la cabeza de la mujer. Todo el piso se cubrió de rojo.

Croxus hizo reaparecer sus alas y Sara lo imitó.

- Que desperdicio de sangre - miró la vampiro el cuerpo inerte -. Al menos beberé un poco - hizo aparecer una copa, la llenó de sangre y saboreó en silencio.

- Fue una suerte haberte encontrado - dijo el demonio.

- Gracias - se volvió Sara al acabar de beber -. Es bueno tener a un demonio de aliado.

La mujer rodeó en silencio la cintura de Croxus y lo besó con sus labios manchados de sangre.

- Pronto amanecerá - acarició él su fino cabello -. Debes irte.

- Ellos no se cansarán hasta destruirnos - dijo Sara acercando su cabeza al cuerpo del demonio.

- No pertenecemos aquí, Sara. Sólo debemos sobrevivir - La besó -. Ve a descansar. Te veré en la noche.
- Hasta la noche. Croxus. Sara se alejó antes de la llegada del alba.

El demonio se quedó, aguardando la salida de los primeros rayos antes de retirarse.

- Hasta la noche, Sara.

 

Resaca del Sibarita

Hoy viernes amanecí cansado, y no es un cansancio cualquiera. Jamás pensé que el agotamiento que llega después de hacer el amor fuera tan delicioso. Todo mi cuerpo es un manojo de punzadas y cosquilleos, cada movimiento es un micro-placer. Por primera vez, en muchos, muchos siglos, me siento vivo... y sensual.

Mi cabeza me da vueltas, mis ojos quieren cerrarse y no salir del letargo. Parezco un ebrio con una resaca que vale el rescate de un rey. Mi sonrisa aún no se borra (No he sonreído así desde mi exilio forzado).

Esto es nuevo para mí: el sabor del cuerpo, la lascivia que vi en el rostro de mi amante, sus besos de vampira, los orgasmos...

Me siento eufórico. Hasta el dolor del silencio de Lucy es más llevadero. Estoy temporalmente anestesiado por la tormenta de la lujuria que pasé ayer. Mi interior canta y ríe (como lo hacía antes de mi exilio). Todo me da risa como un drogado.

Apuesto que mi compañera está igual que yo. Tuve suerte de que una ninfómana como ella me haya encontrado...

Ahora puedo ostentar mi nuevo Título: Croxus, el Amante.

 

Miércoles sin sol

De regreso a casa, un miércoles sin sol. Me infesta la debilidad, pasos desganados buscando un tropiezo y no levantarme; manos frías, fría desvanecida. Solo quiero volver a casa e intentar eludir el dolor.

Camino cual naufrago de la estación hacia el bus. Trato de no desmayarme ni de chocar con la gente, asteroides da carne.

Ya casi no como. Apenas puedo mover mi cuerpo. ¿Cuánto tiempo durará esto? ¿Cuánto tiempo más seguirás exprimiendo mi aflicción? ¿Por qué tengo la sensación de que deleitas con mi dolor?.

No me mates, tú no al menos.

Monday, August 14, 2006

 

A quien corresponda


El silencio duele, no sabes como. me pregunto porque? porque? haces esto, porque me castigas como a un miserable?. El dolor es enorme. No merezco ese trato injusto despues de tantas batallas en tu nombre, tantas muestras de lealtad incondicional y cariño sin malicia.recuerda lo que dijiste: No hagas lo que no te gustaria que te hagan.

No merezco esta injusticia...

Monday, August 07, 2006

 

Viento

El viento rugió de la nada, golpeando mi cuerpo. Detuve mis pasos, me convertí en una roca en la tempestad invisible. La gente a mi alrededor entró en pánico, pero yo estuve ahí inmutable al ventarrón aguijoneante, flameando mis ropas y mis heridas injustas.

Y lancé un grito muy fuerte, de tristeza. Todos me miraron, no me importó. Desplegué mis alas, y por esa tarde deje de ser yo...

 

Cuando Sara encontró a Croxus

Croxus yacía sentado sobre la mano del monumento en forma de virgen, guardiana de la ciudad olvidada, una santa de hierro indolente a las tribulaciones de los habitantes bajo sus pies.

Desplegó sus alas negras brotando de su espalda, iba a marcharse cuando apareció una forma posándose en la otra mano de la frígida estatua. Era una mujer vestida de violeta pálido como su piel y ojos felinos. Sus alas de vampiro reposaron detrás de ella como una elegante capa.

- ¿Croxus, verdad? – preguntó ella -. He oído hablar de ti.

- Y tu eres Sara Black, pensé que eras un mito.

- Los vampiros no somos un mito, deberías saberlo.

- Tampoco los demonios. Es curioso que en todos estos siglos no te hayas mostrado.

Sara sonrió.

- Soy discreta. Noto que miras algo. ¿Puedo saber que es?

- El pasado creo. ¿Sabes?, pensé que podría vivir entre ellos, llegar a comprenderlos.

Sara ladeó su cabeza y afloró sus finos colmillos.

- Los mortales son incomprensibles y nosotros tenemos asuntos más prioritarios que ocuparnos.

-¿Qué tratas de decirme?

- Croxus, tú y yo somos de la misma naturaleza. Somos diferentes a los mortales. Tú como príncipe de las tinieblas...

- Y tu, una vampiro renegada de tu clan.

- ¿Cómo sabes?

- También he oído hablar de ti – sonrió el demonio -, y coincido contigo, tú y yo somos de la misma naturaleza. Llegará el tiempo en que surgiremos tal como somos fuera de esta ciudad y de este mundo.

- Sí – apoyó Sara -. Ansío ese momento, donde estaremos lejos de esta inmundicia.

Croxus estiró sus alas negras y unas plumas negras se desprendieron delicadamente.

- Mientras llegue, volaré sobre esta ciudad de la furia. ¿Vienes conmigo?

- A donde tú vayas – estiró sus alas de vampiro por igual -. Te tuve, te tengo y te tendré, amigo mío.

Los dos seres alados dejaron a la virgen de hierro internándose en un vuelo nocturno, hasta la llegada del maldito día...

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