Wednesday, December 16, 2009

 

De nuevo navidad (Hipócrita navidad)

Como escribí años atrás, la temporada navideña es sin duda el época más hipócrita y materialista del calendario.

La mayoría de gente se apresura a endeudarse con regalos y demás actos inherentes a esa celebración, sumiéndose en el típico estrés que ello provoca. ¿Todo para qué? Para quedar bien con el otro o simplemente para forzar una situación como los que mienten los comerciales.

Otro aspecto es que, durante las festividades, cientos de personas pobres, entre niños y ancianos salen a las calles a humillarse por unas tristes golosinas, soportando el frío y el desdén quienes lo tienen todo. Además de estas crudas diferencias, se ve el cinismo de la gente que trata de hacer su buena obra con pretexto navideño, sin darse cuenta de que tuvieron todo un año para efectuar al menos un buena acción, en un patético intento por ganarse el aprecio del Gran Morboso.

Por eso, desde mi demoníaco punto de vista, aborrezco estas fechas. Prefiero ser honesto conmigo mismo y seguir mis instintos a ser un esclavo del consumismo y la hipocresía.

Si quieres mi consejo, te diré uses estos días para complacerte a ti mismo. Adquiere lo que te gusta, come lo que desees y fornica si tienes la oportunidad. Sé feliz para ti y que nadie te lo objete.

Thursday, December 10, 2009

 

¿En qué piensas cuando haces el amor?

Es una pregunta difícil de responder para mí, ya que ha pasado mucho tiempo desde que vine a estas tierras, y por tanto mis recuerdos son difusos.

Según las respuestas de los humanos, no difieren mucho de nosotros, los Demonios. Sus reacciones son variadas. Dicen que tienen pensamientos de euforia, ímpetu, sosiego; a veces les llegan retazos de memoria, delirios e inclusive premoniciones.

En fin esas son las pocas respuestas que he recabado. Sí alguien tiene otras, ya saben dónde comentarlo.

Nota: “¿En qué piensas cuando haces el amor?” es el título de una libro que no alcancé a revisar. Con todo, debo reconocer que es una pregunta interesante.

Tuesday, December 01, 2009

 

Crepúsculo

Nuestros cuerpos seguían recostados sobre el agradable pasto, bajo el cálido atardecer. Ambos miramos cómo el las nubes se hicieron rojas, formando formas flamígeras adheridas al cielo temporalmente violeta.

Después de besarme te tumbaste a mi lado, recordamos lo que hicimos horas atrás en mí cuarto, cuando mis padres se fueron de compras. Nos miramos y un “sí, me gustó” se intercambió en nuestras retinas. El efecto del clímax seguía en nuestros cuerpos, en tanto nuestros labios dibujaron una sonrisa traviesa. Por unos momentos olvidamos los problemas; temporalmente volvimos a ser lo que fuimos antes, cuando tenías sentido en mi vida y yo en la tuya. El presente se marchaba con ese atardecer, ambos lo sabíamos; mañana todo sería incierto.

Entrelacé mi mano a la tuya, intentando detener el tiempo, fue inútil.

- Sería fabuloso tener el poder de detener el tiempo - dijiste, como su me hubieras leído la mente -. Quedarnos así como unas esculturas, para las generaciones futuras, o uno que otro visitante alienígena.

- Apuesto que en la placa estaría escrito: “Aquí yacen los últimos amantes” - supuse, y enseguida añadiste:

- “Se nota que lo disfrutaron” - nos reímos.

Sujeté tu mano con más fuerza. Fue la última vez que te vi sonreír.

 

Entre el amor y la costumbre

Como te dije una vez, no poseo un concepto adecuado de lo que es el amor, pero, dado tu insaciable sentido de la curiosidad, la cual me agrada que lo demuestres, trataré de explicarlo según mi demoníaco punto de vista.

Intuyo que, el amor es un estadío de intercambio sentimental en la que se genera un grado de nexo, desde la cual nace un conocimiento y aprendizaje mutuo en todos los aspectos. Se supone que debe ser una experiencia gratificante a base del afecto y no del dolor.

La costumbre en cambio tiende a ser mecánico, repetitivo para ser más preciso, como una tarea anexada a un patrón de vida. Dicha costumbre es consecuencia del hastío, así como de los celos. El dolor de una relación es también otro motivo, pues, sabiendo que el sentimiento a esa persona ha desparecido, se permanece a su lado por un falso sentido de compasión, pero lo que la mayoría de la gente (condicionada como lo habrás notado), no es capaz de admitir lo evidente: es el miedo de quedar sol@ y de reconstruir sobre las ruinas que surgieron como consecuencia.

Sin duda habrás oído las expresiones: “Sé que ya no es lo mismo, pero sigo a su lado”,
“Sé que cambiará”, “Si me voy, terminará por hacerse daño”; incluso se llega al extremo de decir: “Grite o pegue, seguiré a su lado”. Eso en definitiva trata la costumbre, de estar en un círculo vicioso y no aceptar los hechos por temor a tener que enfrentarlos.

Demostrar afecto por costumbre no es nada positivo. El amor, creo, se lo cultiva y se lo cuida, y lo que es más importante, siempre se recuerda el por qué surgió dicho afecto; cuando se pierde ese por qué cae en la costumbre, y a la larga se torna perjudicial para ambos.

En tales circunstancias, cuando se descubre que la costumbre se ha vuelto inevitable, es preciso tomar acciones radicales: terminar el nexo y afrontar los efectos dolorosos que ello acarrea: melancolía por la separación, llanto, etc. No es fácil hacerlo, pero es necesario si tienes orgullo, pues, si diste todo para conservar lo que una vez sentiste, no queda otra opción que terminar de una manera radical, por tú bien y por tú orgullo. El proceso será muy duro, pero al final descubrirás cosas positivas en tú interior que mejorarán tú ser.

Espero que mi explicación haya satisfecho tus infinitas ansias de aprender.

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