Sunday, February 24, 2013
YUKINO (DE NIÑA A MUJER)
No recuerdo cómo
es que creciste tanto. De la noche a la
mañana te convertiste en una mujer atractiva, mucho más que en tus tiempos de
adolescencia. A veces siento que no estuve en los momentos que debí estarlo, y
no por mala fe, sino por capricho del tiempo.
Admiro tu fuerza
y la actitud que expresas frente a lo que crees. Adoro ver la forma en que
degustas tu helado favorito, y las preguntas que sueles tener para mí, al punto
de llegar a sorprenderme. El cariño que tengo hacia a ti ha ido floreciendo con
el paso de los años así como el vínculo que tengo contigo, la más joven de las
Aliadas.
A veces me
pregunto si logré influenciarte, de manera positiva, claro; si logré enseñarte
lo poco que sé y lo que has adoptado según tu punto de vista. De ti he
aprendido ciertas cosas y descubro algo nuevo cada vez que te encuentro.
(Mi lealtad y mi
cariño están siempre contigo. Te quiero mucho, Yukino)
EXTRAVÍO (AL LADO DE CYNTHIA)
Cinthia corrió
demasiado tarde. El autobús con sus compañeros de trabajo se fue alejando por
el rústico camino de tierra, dejándola sola en medio del páramo y en la base
del imponente nevado. Tan sólo hizo caso omiso del guía, se puso a caminar la
orilla del lago, alejándose del grupo que temporalmente permaneció en el sitio
tomando fotos en el último punto del recorrido. Al ver de reojo que el
transporte comenzaba a moverse, ella corrió lo más que pudo hacia la gran roca
que servía como punto de encuentro, pero, como era de esperarse el vehículo se
alejó dejándola sola.
No pudo evitar
mascullar una grosería, un lujo que podía darse cuando la reportera de
farándula no estaba delante de la cámara; tampoco pudo explicar cómo es que sus
propios compañeros de trabajo no la hayan esperado. Sacó su llamativo I-phone,
su histeria aumentó cuando notó que no había señal. Estaba sola, en medio de la
nada, entre el detestable frío, el lago y el nevado, ambientes tan ajenos e
incómodos para una mujer acostumbrada a las frivolidades del ambiente de
farándula, las luces y las apariencias. Cuando logre volver al canal el lunes, le
diría algunas cosas a la tonta de recursos humanos por haber organizado un
viaje tan ridículo como este.
Alzó las manos y
lanzó un último e inútil grito para llamar la atención, pero el bus se perdió
en el sendero seguido de una estela de polvo. Cynthia se disponía a correr,
cuando notó a alguien moverse a un lado de la gran roca.
Aquel no era más
que Eduardo, quien se había quedado dormido en una hendidura que halló en la
roca a orilla del lago, se había despertado al oír el escándalo de Cynthia.
Verla no la causó agrado y a ella le pareció lo mismo.
-
¿Qué ocurre? – dijo él, colgando su mochila de
excursionista.
-
¡Nos dejaron! – dejó aflorar su histeria -.
Tenemos que volver al campamento de la reserva.
Eduardo no hizo
caso, sacó su celular, un modelo totalmente opuesto al de la glamorosa
reportera.
-
No hay señal.
-
¡No me digas! – contestó sarcásticamente -.
¡Vamos, tenemos que alcanzarlos!
Eduardo consultó
su reloj, puso su mochila al suelo, sacando de su interior una carpa plegable.
-
¿Qué estás haciendo? – preguntó Cynthia.
-
Prefiero quedarme aquí.
-
¡No estás oyendo! - se exacerbó finalmente -.
¡Tenemos que ir al campamento de la reserva si queremos volver con el grupo a
casa! ¡Así que deja esa porquería y vamos!
Eduardo ya tuvo
suficiente de aquella engreída y se puso frente a frente.
- ¡En primer lugar tú no me das órdenes y no
estamos en el canal para soportar tus niñerías! ¡Segundo: dentro de muy poco llegará
la noche y es muy peligroso ir en la oscuridad, podemos perdernos más de lo que
estamos, o lo que es peor, tropezarnos con algún barranco! ¡Tercero yo que
quedaré aquí a pasar la noche y me iré apenas salga el sol al campamento de la
reserva! ¡Si tanto apuro tienes en irte, pues lárgate y déjame tranquilo! ¡Si
te pierdes será culpa tuya, me oíste!
Cynthia no
replicó. Era la primera vez que vio a Eduardo molesto de ese modo y lo que es
más, que un hombre le hablara de ese modo, tan acostumbrada a los halagos de
quienes se derretían por sus encantos. Se ajustó el cierre de su chompa, se dio
media vuelta como niña malcriada y empezó a alejarse del sitio.
Eduardo continuó
armando la carpa plegable que en muy poco tiempo estuvo lista para ser usada.
Inmediatamente sacó de la mochila una cocina compacta para montañista, colocó
una olla con agua del lago y la puso a hervir. Pasaron veinte minutos cuando
vio a Cynthia volver hacia el precario refugio. El hombre seguía sentado sobre una mediana
piedra disponiéndose a cenar una sopa instantánea y fingió no verla.
Cynthia tomó
asiento en otra piedra con evidente enojo en su cara. Se había dado un tropezón,
provocando que se su jean de doscientos dólares se rasgara a la altura del
tobillo, aquel tropiezo la hizo recapacitar y volvió en silencio.
Eduardo extrajo
un tarro de sopa instantánea y se acercó a ella colocándola cerca de sus pies.
-
Si tienes hambre te dejo esta sopa. Solo añades
agua caliente…
-
¡Sé lo que es una sopa instantánea!
-
… y te la comes - apagó la cocineta -. Voy a la
carpa a dormir. El frío será muy fuerte, así que te sugiero que te metas a la
carpa apenas hayas comido. Y descuida no voy a propasarme contigo. Tengo cosas
más importantes que en vez de dedicarme a eso.
Cynthia
permaneció un buen tiempo afuera, para su suerte el cielo estaba despejado y
pudo ver las estrellas y una luna creciente flotando al lado del pico del
imponente nevado. El frío se hacía más fuerte, se levantó de mala gana y se
introdujo en la carpa lo suficientemente espaciosa como para acoger a cinco
personas, así que no se preocupó de pasar una noche estrecha con el tipo más
antipático, según ella, del canal.
La mañana llegó
con algo de bruma. Eduardo y Cynthia tomaron café caliente y galletas con algo
de queso. Eduardo no se extrañó que ella no la ayudara a desarmar la carpa,
cosa contraria si la cámara de televisión estuviera frente a ella en una
cobertura, hasta hubiera sonreído de gusto por echar una mano. Una vez
acomodado las cosas en la mochila, el hombre se la puso en su espalda y caminó
el sendero seguido de la mujer. No hablaron casi nada, Eduardo prefería
evadir la conversación. Caminaron por
dos horas y una hora más tarde un jeep se acercó a ellos. Era la patrulla de
guardabosques que recibió la orden de buscarlos al notar su ausencia por parte
de los compañeros de trabajo.
Fueron llevados
al campamento de la reserva donde una camioneta del canal los estaba esperando.
Por orden de la jefa dispuso que ambos se tomaran el día libre luego del
percance vivido en la montaña. Cada uno fue llevado a su respectiva casa al
llegar a la ciudad.
Una vez ya en su
cuarto, Cynthia pudo finalmente sentirse
a salvo en su cama rodeada de las fotos de los artistas que ha entrevistado y
los regalos que conservaba de sus antiguos novios. Solo ahí cuando se sintió a
solas pudo murmurar:
-
Te detesto.
Sunday, February 17, 2013
En mi silencio
Finjo algunas
respuestas cuando tú o alguna de ellas me preguntan:
- Todo está bien - contesto, pero hay algún
aspecto no quiere aceptarlo y replica: - no estoy bien -. Finjo las palabras contigo
las pocas veces q te veo, al igual que las demás chicas del círculo; mi ojos
dicen lo contrario, mis ojos apagados braman lo que mis labios callan.
No te esfuerces
en preguntarme, no pienso contártelo; no porque no lo merezcas, al contrario quisiera
decirlo y saber tú opinión, mi joven aliada, pero esto se queda sólo conmigo,
esta duda y sus punzadas es asunto personal, y por tanto solamente mías…
Por más que
quiera, no puedo decirte lo que me está pasando. Esta vez, desde hace tiempo,
ni tú, ni el resto de ellas pueden ayudarme… sus consejos son por ahora
innecesarios. Debo afrontarlo solo.
(Si algún momento nos vemos ¿podrías darme un abrazo
imprevisto?)
K-2
Al verla me recordó
a ella. Se parece tanto... El modo como toma los cubiertos, la forma como mueve
las manos y el tono de su risita picarona. El parecido es sorprendente. Dudo si
se gane mi confianza y merezca el rango de Aliada. Si en el lejano caso llegara
a ocurrir, no repetiría el mismo error que cometí con su antecesora.