Sunday, April 14, 2013
Progreso VS Destrucción: el dilema de la humanidad
Entre el avance
del “progreso” y la destrucción del hábitat, es separado por un muy delicado
hilo. La humanidad, en aras de saciar sus necesidades (algunos puramente banales) ha tenido que
alterar de la manera más grotesca el entorno natural; llevando a la extinción
no sólo a especies vegetales y animales, sino incluso a seres humanos al margen
del susodicho progreso.
Un ejemplo, del
punto de vista contemporáneo es la explotación petrolera. Los más grandes
yacimientos en Suramérica se hallan en la cuenca del Amazonas: una enorme
región forestal que abarca miles de especies orgánicas raras y únicas mismas
que, podrían llegar a curar enfermedades o contribuir a nuevos hallazgos
científicos. También existen asentamientos humanos nativos que han permanecido
toda su vida en la selva por muchas generaciones, lejos de todo contacto
“civilizado”, que no les interesa los modos de vida de las ciudades, y que no
quieren ser encontrados.
Las sociedades
“civilizadas” requieren energía para disfrutar su estatus, las grandes esferas
económicas necesitan hacer dinero y mantener el monopolio, todos quieren
energía y el petróleo es uno de los recursos fáciles de obtener y a la vez la
que más secuelas ambientales deja. El progreso de la humanidad debe avanzar por
más que la sociedad quiera impedirlo y ahí surge el dilema: ¿Hasta qué punto
una sociedad está dispuesta a sacrificar en nombre del progreso?
Muchas especies
vegetales y animales han desparecido por la explotación petrolera, y no
conforme con eso, los magnates de las empresas han obligado a los nativos a
marcharse a otros sitios usurpando sus tierras, exponiéndolos a algunos a una
brusca adaptación de las poblaciones colonizadas, proclives a las burlas y los
vicios de los recién llegados. Y estas empresas tienen el descaro de crear
fundaciones para mitigar su voraz culpa, otorgando covachas, medicinas,
alimentos en una burlona muestra de “gratitud” para con los nativos
“ignorantes”.
Es que el
sistema mercantilista, la gran maquinaria monetaria, no tiene contemplación. A
ellos, los pocos amos de los grandes emporios, les importa muy poco si esos habitantes, esos
nativos analfabetos, saben de explotación, de recursos, artimañas financieras,
propiedad privada, necesidades y comodidades del mundo “civilizado”. Para
ellos, los nativos sólo son un elemento decorativo exótico fácilmente
reemplazable.
Los
desplazamientos forzados de los nativos amazónicos están a la vista, pero nadie
los quiere ver a la par que, la mayoría de los medios de comunicación, como son
empresas cómplices de los mismos magnates, lo informan muy calladamente o
simplemente lo censuran al público. Las grandes organizaciones del mundo: ONU,
OEA, G-8, etc, tratan el tema descuidadamente entre sus discusiones aburridas y
su interminable burocracia. Mientras en la selva, los nativos son vejados por
no ser “civilizados” reduciéndoles cada vez lo poco que queda de su territorio.
Ante un país se les considera “ciudadanos”, pero se les ignoran sus derechos. ¡Qué
doble discurso!
El petróleo no
durará por siempre ya que es un recurso no-renovable, pero a los empresarios
poco les interesa. Hay otras formas alternas para obtener la tan codiciada
energía con menor impacto ambiental, hay otros modos para recuperar y mantener
el delicado medio ambiente que se ha dañado, pero eso no representa dinero para
los grandes dueños del sistema.
La situación es
cada vez más delicada, la humanidad es presa de su propia gula. Llegará el
momento en que todo se ponga fuera de control. Veremos a quien culpan cuando
eso ocurra.