Sunday, January 13, 2013
Negociación Secreta
El presidente entró enojadoo a su despecho. Los recientes escándalos, de cara a las próximas elecciones, no hicieron más a acumular su ya sobrecargada tensión.
- ¿Cómo es posible que mi mejor hombre de
confianza haya malversado los fondos especiales? Sumado a la renuncia del
gobernador por haber aceptado coimas, los opositores en el senado reclaman mi
cabeza en un juicio político – habló para sí, seguro de que nadie lo escucharía
-. Mi popularidad está empezando a caer. ¿Por qué tuvo que ocurrir esto, justo
cuando faltan 3 meses para las elecciones? Y para variar, ese Demonio no ha
aparecido desde que me nombraron Presidente. ¡Dónde estás!
-
Jamás menciones
a un Demonio, se te puede aparecer.
El presidente
giró despacio hacia el sitio donde provenía la voz. Descubrió al Demonio,
cómodamente sentado en el sillón presidencial, su voz era tan profunda que heló
la sangre del irascible mandatario.
Alguien tocó la
puerta del despacho, era el secretario de comunicación quien solo la entreabrió
despacio para hablar brevemente.
-
Señor presidente, la rueda de prensa está lista
en el salón principal.
-
¡Qué esperen cinco minutos! – contestó el
mandatario la puerta se cerró y volvió a dirigirse al Demonio -. Será mejor que
te largues, ya no te necesito. ¡Soy el presidente de este país! ¡Tengo todo
bajo control!
El Demonio se elevó
rápido desde el escritorio hasta situarse frente al hombre, su aspecto
imponente opacó la ridícula ira del gobernante.
-
¿Crees que tienes el control?
-
Y-yo te invoqué.
-
¿Y eso te da derecho de estar por encima de mí?
- la voz del Demonio se filtró en los poros del presidente, quien tuvo a aunar
voluntad para hablar.
-
Teníamos un pacto - la ira del hombre había
desaparecido, su apariencia ahora era la de un ser pequeño e insignificante.
-
Claro, el pacto era que ganaras las elecciones
sin recurrir a favores políticos - respondió el Demonio dando vueltas alrededor
de él -. Te di los dones del habla y del carisma; tu pueblo sucumbió ante tus
discursos y tu personalidad, pero dejaste que el poder adquirido te invadiera
hasta que perdiste el control.
-
El pueblo está conmigo, si caigo, ellos pelearán
por mí como la última vez.
-
¿Te refieres a la vez que fuiste secuestrado por
tu propia fuerza policial, en la que tuvo que intervenir el ejército para
rescatarte con una considerable pérdida de vidas? Qué iluso y patético. Fui yo
quien impedí que ninguna bala te atravesara el cuerpo.
-
¿Por qué lo hiciste entonces?
-
Para ver tu reacción y para ver si cumplirías la
parte del pacto: la de tener gratitud, y nunca lo demostraste, ni aun cuando
salvé tu vida en esa refriega. – dejó de dar vueltas hasta que sus sonoros
pasos se detuvieron frente a los ojos asustados del mandatario -. No te ayudaré
esta vez. Que tu mísero pueblo descubra al fiasco que eres.
El gobernante
palideció, no podía ni pronunciar una palabra o al menos un ruego. Se limitó a
ver al Demonio expulsar sus negras y amenazadoras alas, elevándolo sobre el
despacho presidencial.
-
Tú no tienes ningún poder sobre mí, humano
torpe. - fue lo último que dijo antes de abandonarlo a su suerte.