Monday, July 09, 2012
Relegado
No recuerdo su nombre, solo recuerdo su cara de tonto, su
amplio abdomen que el uniforme de colegio no ayudaba a esconderlo. Era alto si,
más alto que yo, pero el ser obeso y el tener cara de tonto no lo ayudaban en
nada.
No había día en que sus
compañeros lo insultaran por ser un blanco fácil. Él trataba de defenderse,
pero eso empeoraba más su situación como el fenómeno de su clase. De las muy pocas
veces que lo veía cuando, sus compañeros no lo molestaban, permanecía callado,
aislado, me recordaba a mí en ese sentido, y la gran diferencia es que al final
de mi estancia en ese antro, me gané la reputación de ser temido, nadie tenía
el valor de decir o hacerme algo ofensivo; de ahí mi condición de solitario
(una de las tantas causas).
Cierto día en el recreo él trajo
uno de esos envases para líquido que salió en un comercial. Sus compañeros, por
la envidia creo yo, lo insultaron, lo rodearon, lo empujaron como a un guiñapo
y para terminar lo patearon como a un balón hasta dejarlo en el suelo aferrando
su envase nuevo. La sirena le salvo por ese momento.
Este es uno de los pocos (muy
pocos) sucesos de los que me arrepiento. No intervine, no porque no me
importara, sino porque tenía conflictos que resolver en ese entonces: el golpe
interno que me dio Marcela antes de su regreso a su natal Chile y de la
rencilla que tuve con Fer. Aun así me llega cierta mortificación cada vez que
lo recuerdo.
… Desde ese momento prometí
procurar hacer lo correcto, aunque a veces parezca difícil.