Thursday, July 19, 2012

 

Desencuentro



Brenda se sentó a la orilla de la cama. Algo le decía que hizo mal en aceptar ir a ese cuarto de hotel con su ex-novio.

Habían quedado de  verse en una cafetería cerca del centro comercial. Ella notó que Diego no era el mismo, se mostraba distinto y eso que sólo pasaron tres meses, mortificado y confundido, todo lo contrario a lo que era antes: osado y seguro con un toque de engreimiento.

Le confesó que no debió dejarla ir, que debió retenerla y no cambiarla por otra mujer con cualidades inferiores en todos los sentidos…  Y el peor error que cometió no sólo fue el estar viviendo con ella, sino del hijo que nació hace un mes. No se sentía listo para ser padre, no aún y menos con ella.

Siguió sentada al borde de la cama de hotel semi-desnuda en tanto él miraba al techo, en un intento por dar una explicación, las caricias no bastaron para que le llegara la erección; su miembro, el mismo que Brenda admiraba tocarlo y poseerlo en todas formas posibles yacía ahí desparramado cual guiñapo completamente inútil.

-          Yo… aún te sigo queriendo - musitó Diego, como queriendo volverla a seducir y de paso darle tiempo a que regrese su líbido.

-          Yo he dejado de quererte. Si hubieras tenido el valor de seguirme y si no hubieras sido tan manipulador conmigo tal vez no estaríamos pasando por esto.

Brenda se colocó el brasier rojo y se subió el jean negro. Se miró al espejo. Su figura mejoró desde la última vez que se vieron y estaba segura que él lo sabía; era distinta a la forma desabrida de la esposa de Diego incluyendo en el momento del sexo.

-          Ven a la cama - rogó Diego.
-          Mejor nos vamos - replicó ella en forma tajante.

-          ¿Y si nos vemos mañana?


-          No lo creo. Tengo cosas que hacer antes de volver a Nueva York, allá está mi nuevo hogar

-          ¿Volveré a verte?


Brenda hizo un mueca de enojo al oír una pregunta tan trillada en ese momento, esperaba que cualquiera de sus amantes conocidos lo dijera, pero menos él.

-          “Patético, en verdad no sé qué vi en ti para haberte amado tanto” - pensó. Se puso la blusa azul, tomó el bolso de cuero y respondió muy fría.

-          Lo dudo. Yo sólo volví por unos asuntos. Si regreso será por un buen tiempo. Vámonos ya.

Salieron del hotel sin decir palabra y se despidieron secamente. Pese a que no tuvo el sexo que deseaba en ese momento, ella sonrió. No fue una mala idea del todo. Sintió que sólo había cerrado un círculo con Diego. Desde su estancia en Nueva York recuperó su fuerza interna, se sentía más sensual y más segura de si misma. Ya dejó de ser la ingenua por que alguien intente seducirla por unas cuantas palabras sin sentido ni la devota autómata de nadie. Su redescubrimiento le devolvió la sensación de tener el control de su vida y sus deseos.

Aun era temprano, y sus ganas seguían altas. Tomó el celular y llamó a uno de sus mejores amigos.

-          Ed que tal. Soy Brenda. Si, volví, pero estaré un par de semanas. Yo también te he extrañado. Oye, ¿podemos vernos hoy? 

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