Saturday, July 16, 2011

 

El club de los serios


Fernando es uno de mis mejores amigos desde el colegio. Se caracterizaba por ser el mejor de la clase, además de ser codiciado por las chicas, por ser un buen espécimen para ellas.

Los años han pasado, hasta que un día me lo encontré en el centro comercial, casado, con una bebé de un año, pero lo que más me llamó mi atención fue su aspecto: vestido formalmente, con entradas de una calvicie invasora y con la típica barriguita de matrimonio, lo que le daba una apariencia avejentada, tomando en cuenta que es menor a mí con unos años.

¿Qué pasó con el? ¿Dónde quedó el tipo agraciado de especto físico impecable que las a mujeres derretía?

Tal parece que, sin darse cuenta, mi amigo entró al club de los serios.

El club de los serios, digamos, es una consecuencia de quien sigue el ritmo de vida que impone la sociedad. Un trabajo en la mayoría que se detesta, matrimonio, casa, hijos, deudas, infidelidades, rutina, estrés. Esto conlleva que la persona pierda esa chispa, ese ímpetu que al espíritu enaltece y distingue y se refleje en el aspecto clásico de quien la adquiere.

La presión social te exige (y hasta te amenaza) de seas como ella - la sociedad - quiere: uno más en un círculo vicioso, en la que el individuo no se más que un número y cumpla su función sin cuestionar, ni opinar y que exista de una manera artificial cumpliendo los rigores sociales.

Justo ahí es cuando se pierde aquel ímpetu e ideales que forjaron una vez, y que se pierden cuando se sigue ese camino.

Nunca pierdas tú esencia, ni tus ideales y no entres al club de los serios.

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