Thursday, June 23, 2011

 

¿Dios sabe por qué hace las cosas? (El destino)




La expresión “Dios sabe por qué hace las cosas” es de las tantas que se oyen a lo largo de la vida.



- Me robaron.
- Dios sabe por qué hace las cosas.

- Tengo nuevo trabajo.

- Dios sabe por qué hace las cosas.

- Terminé con mi novia.

- Dios sabe por qué hace las cosas.

- Me robaron de nuevo.

- Dios sabe por qué hace las cosas.

¿Acaso las acciones que cometemos y padecemos ocurren simplemente debido a que Dios sabe por qué hace las cosas?

De llegarse a una afirmación, entonces se deduciría que los humanos son juguetes movidos a capricho de un mórbido jugador, como alguien que pone piedrecitas a una colonia de hormigas para ver cómo sortean esos obstáculos.

De ser así, ¿Dónde está la voluntad individual, así como la capacidad de saber elegir? ¿Dónde queda la determinación y la entereza de construir la vida a modo individual?
Porque si damos por sentado de que Dios sabe por qué hace las cosas, entonces deberíamos quedarnos quietos y esperar a que del cielo nos caiga sus favores.

El destino es una constante tanto misteriosa como caprichosa, que la creamos y recorremos, pero que tampoco debemos depender ni dar por seguro ya que es impredecible. Todos tenemos un destino, y la vez el mismo destino nos coloca en situaciones buenas o malas cual elaborada coincidencia.

Desde mi demoníaco punto de vista, yo no creo que “Dios sabe por qué hace las cosas”, ya que no me considero juguete de nadie. Como lo dije, creo que el destino, o como yo le llamo la naturaleza de la Fuerza, es tanto inestable como impredecible, que sólo nuestra concentración interna llegar a controlar hasta cierto punto dado que sus caprichos son muy misteriosos.

“Tú concentración determina tú realidad”.
“La Fuerza actúa de una manera muy extraña”.

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