Friday, August 20, 2010

 

La fuerza pública (¿Hombres de honor?)

Hace unas semanas, en la ciudad de Guayaquil, un grupo de policías agredieron salvajemente a un ciudadano que fue asaltado horas atrás. La semana pasada una mujer denunció que su esposo perteneciente a la policía la agredió de un puñetazo en el rostro. El mes anterior igualmente, un policía acuchilló a su conviviente e intentó deshacerse del cuerpo lanzándola desde un puente, esperando que el río se la llevara lejos; la víctima sobrevivió. Un soldado de infantería acantonado en la frontera sur fue detenido por vender un fusil propiedad del Estado a unos delincuentes, y un policía ebrio disparó a su vecino por el simple hecho de no aceptar un trago de cerveza.

Casos como estos no solo se reportan en este país, sino en la mayoría de territorios en el mundo: uniformados que por el hecho de portar un arma, una insignia y un uniforme creen que tienen la potestad de hacer lo que les venga en gana. Lo más indígnate es que estos mismos integrantes de la fuerza pública juraron seguir los ideales que tiene toda institución: Honor, Valor y Lealtad.

No todos los que están en la fuerza pública, miembros de la policía y el ejército, son corruptos; muy pocos siguen con devoción esos ideales, pero la desproporción es enorme. En ves de seguir esos ideales, en ves de mantener la consigna de “Servir y proteger” la mayoría de esos elementos representantes de la ley y el orden, simplemente les vale muy poco estos valores y peor aún la Constitución que deberían acatar.

Agreden a los civiles, ven el soborno una forma de vida, insultan a las mujeres en la vía pública, usan los vehículos de uso oficial para sus asuntos personales, desconocen las leyes que ellos mismos están en la obligación de aplicar... Y se hacen llamar hombres de honor. Cruda ironía.

No es de extrañarse que países como México o Rusia desconfíen y teman de la fuerza pública, prefiriendo no denunciar las infracciones que se cometen a diario para no crear un problema mayor.

Desde mi Demoníaco punto de vista: La fuerza pública, en este caso la policía, debería ser la primera en poner el ejemplo no solo para combatir a la delincuencia (de que los pillos salen por culpa de los jueces corruptos es otro cuento) sino como un modelo de rectitud, respeto e hidalguía, cuyos elementos sean respetuosos de la ley, ser fieles a los preceptos que juraron defender, para que de este modo el resto de la sociedad se sienta orgullosa de ellos.

Un ejemplo: Un ex-delincuente corría aterrado pues uno sicarios lo seguían para matarlo. En eso se halla con dos miembros de la marina.

- ¡Ayúdenme! – les imploró - ¡Van a matarme!

- ¡Sube al auto! – dijo uno de los marinos -. ¡Nadie te va a matar!

El sujeto se refugió en el auto. El par de marinos murió a manos de los sicarios defendiendo a un civil, independientemente de su situación a un desconocido que logró sobrevivir. Eso es seguir los principios de Valor, Honor y Lealtad, lo que la mayoría de uniformados sin incapaces de hacer.
En conclusión. Si los miembros de la fuerza pública no cambian su actitud prepotente de creerse estar por encima de la ley por tener un uniforme y un arma, al menos en esta parte del mundo, no se podrá hablar de una justicia equitativa.

Pero mientras sea testigo de anomalías que atentan la ley y los principios de una sociedad, no me cansaré de decir sarcásticamente: “...Y esos son hombres de honor”

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