Tuesday, June 01, 2010

 

Ecología o Progreso: Un Dilema

En una remota selva de la India, a las faldas de una montaña vive una tribu desde ya mucho tiempo, aislada de los asuntos de la denominada “civilización”. Lastimosamente, exploradores han descubierto que bajo el subsuelo de esa montaña existen minerales necesarios para la producción de aluminio; y el obstáculo, según los dueños de la empresa minera, son los nativos. La solución “justa” para ellos, por así decirlo, es remover a “esos nativos” de su selva y colocarlos en viviendas aledañas a la ciudad cono todo lo que necesitan para vivir “civilizadamente”. Los nativos se niegan a esa propuesta, aduciendo que la selva ha sido su hogar desde muchas generaciones y por tanto están dispuestos a pelear, ya que sólo se irán de su hogar muertos.

En otra parte del mundo, en la Cordillera del Cóndor, en la frontera amazónica entre Ecuador y Perú, se ha descubierto una rara especie de rana, tan pequeña que cabe en una moneda de un centavo. Desgraciadamente, bajo esas hectáreas de bosque selvático se encuentra concentrada una gran cantidad de cobre, suficiente para ser explotada, comercializada y fomentar el desarrollo del país. Tan sólo falta la decisión Presidencial para que las máquinas y obreros lleguen ahí para diezmar la selva en nombre del progreso.

De este par de ejemplos, de los muchos que se debaten en el planeta, existen intereses de por medio: empresarios inescrupulosos que prefieren alterar a la fuerza un ecosistema por uno fajo de billetes. Les vale muy poco la flora, la fauna y sus nativos que han sabido convivir equilibradamente y que la gente de las urbes no lo ha sabido hacer.

El conocido progreso es necesario en esta sociedad basada en una economía de producción, ya que con ello se crean fuentes de trabajo y con ello el sustento de miles de familias para poder comer y vestirse, pero, ¿Hasta qué punto nos es beneficioso el progreso? ¿Hasta qué extremo es bueno crear necesidades para incrementar la demanda de compra y venta en productos frívolos y hasta inútiles?

Tampoco se debe inclinar a dejar intactos los bosques y demás terrenos ecológicamente invaluables, ya que, y es lastimosamente reconocerlo, la humanidad se ha convertido en una plaga porque no ha sabido subsistir ecuánimemente con el medio ambiente. Se ha tornado consumista e irresponsable.

Lo lógico y correcto es no forzar a una población nativa a irse de sus asentamientos, así como no alterar un área con miles de especies únicas de flora y fauna, sino explotar las áreas ya establecidas y fomentar otro tipo de actividades lucrativas como el ecoturismo y la investigación científica. Muchas personas pagarían lo que fuera para ver esas ranas diminutas o para conocer una cultura ancestral asentada en la selva, en un marco de respeto y conservación del entorno.

No obstante, a los empresarios no les importa estas iniciativas a mediano y largo plazo; les interesa el dinero aquí y ahora, y tienen en ellos la corrupción un arma infalible para comprar políticos y dirigentes, así como la “bondad” de entregar unas viviendas y financiar campos de conservación silvestre.  

No es cuestión de “donar” casas para los nativos, ni crear zoológicos ni jardines botánicos para las especies. Es necesario buscar el punto en que el progreso y la ecología convivan y ese es un reto muy complejo, una lucha desigual entre razón y codicia.

Una cosa es cierta, gran parte de el cambio climático que se percibe actualmente es por causa de esos dueños de empresas multinacionales, sin embargo, la naturaleza se está manifestando, y ni con todo su dinero podrán salvarse cuando todo el planeta colapse. Espero no estar aquí cuando eso ocurra.  



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