Crónicas de mi Lado Oscuro

Sueles hablarme sobre él, sobre lo mucho que lo amas, tal afecto se nota mucho cuando lo mencionas, cuando tus manos se entrelazan, al tiempo que tu mirada resalta con ese brillo conocido de quien está enamorad@.

No puedo evitar sentirme dichoso cuando te veo así de radiante, pues tú alegría es la mía, es la única sensación que percibo, puesto que negué la mía hace mucho tiempo.

La verdad ya he olvidado la última vez que estuve como tú, y para serte sincero no lo extraño. No me tomes por cruel, pero yo me extirpé ese aspecto de mi ser durante mi resurrección. Por eso no percibo ese afecto, ni me dejo engañar por él, pues no le veo sentido, ni me es indispensable.

La diferencia entre tú y yo es que aún eres joven. Tienes ese brillo y la ilusión propia de tu etapa en la que deseas sentirte amada. No importa si viene el desengaño, vuelves a intentarlo. Posees cualidades dignas de alguien que lo valorará cuando lo encuentres. Yo en cambio, ya he vivido mucho, tengo más siglos que tú; los desengaños han mermado mis expectativas las cuales han apagado ese tipo de emoción. Como consecuencia no puedo abrirme del punto de vista emotivo, pues estoy revestido de una gruesa barrera, la misma que se ha reforzado desde la última vez que me descubrí. Por ello soy inmune a cualquier intento de desestabilizar mi ser.

Como consecuencia de esos radicales cambios, ya no tengo premura en hallar ese tipo de afecto, tampoco el de actuar, ni mucho menos el de pronunciar la expresión “Te amo”, simplemente se han vuelto actos proscritos para mí, mi tabú personal. Y tú bien sabes que procuro seguir mis leyes, por mí orgullo demoníaco.