Wednesday, May 13, 2009

 

Sobre el celibato

El caso del ex sacerdote Lugo, a quien se le responsabiliza de dos paternidades durante el ejercicio pastoral, y los candentes encuentros del conocido padre Alberto con una mujer en la playa, ponen al descubierto parte de las falencias que existen de la “santa madre iglesia” entre ellas el famoso voto de celibato.

El voto del celibato es una exigencia que impone el clero, en la cual, los monjes y monjas deben abstenerse de tener pensamientos carnales, así como prácticas sexuales con el sexo opuesto (o con el mismo) incluyendo el autoerotismo y aberraciones como la paidofilia.

La razón fundamental por la vigencia del celibato no es por el supuesto don de la gracia divina que ha dado... dios, sino una más radical, veamos. Cuando la iglesia logró consolidarse en poder tanto político como económico a partir de la caída del imperio romano, temía que dichos poderes adquiridos pudieran ser arrebatados por los descendientes de quienes ejercían el sacerdocio, es por ello que, para asegurarse el control se impuso los “votos” de obediencia, pobreza personal y castidad (celibato) especialmente en los círculos de base de la “santa iglesia”.

Es entonces que empieza a generarse un control totalitario basado en la culpa del pecado y el temor a dios, en la que se crean imaginarios de tinte amenazador; surge Satán como gran enemigo y la mujer como vehículo de la perdición de al alma del hombre. Es ahí donde instituciones nefastas como el Santo Oficio se dedicó a perseguir a quienes iban en contra de los mandatos de la iglesia: brujas, hechiceros, demonios, zurdos, sibaritas, ninfómanas y todo aquel que tuviera un modo de vida distinto.

Retomando el asunto de los votos, el celibato es el que más abruma para quienes toman el hábito, pues el sexo es un instinto básico y natural; así que casos como los antes mencionados han existido dentro del clero incluyendo los actos de paidofilia, pero todos estos en su mayoría han sido ocultados por parte de la Santa Sede para no perder su hegemonía.

Ahora bien, existen dos puntos que deben ser cuestionados:

1) Cierto sacerdote católico declaró que es culpa de la mujer que pone en tentación al hombre, especialmente a quienes han consagrado su vida a dios, por ello; por lo que en su parroquia ha exigido que, si una mujer entra a la casa del señor, debe hacerlo con ropas más recatadas.

Tal comentario es por demás arcaico y machista la misma que atenta con la libertad que tiene uno de vestirse en esta caso por parte de la mujer. Independientemente si la mujer usa ropas provocativas por moda o por que le gusta, un hombre sea normal o religioso debe mostrar respeto a ellas como ser humano.

2) Este es el más importante: la falta de convicción del sacerdote denota la incapacidad de practicar lo que se predica. Para ser más específico si el mencionado padre Alberto hubiera sido honesto consigo mismo, debió haber renunciado al sacerdocio para estar con la mujer y se hubiera evitado el escándalo. Un ejemplo similar: en los años de 1930, el príncipe Eduardo de Inglaterra era el sucesor directo a ocupar el trono del reino británico y parte de sus responsabilidades era desposarse con alguien de la realeza. Sucedió que el príncipe se enamoró de una actriz norteamericana, una plebeya a los ojos de Inglaterra, lo cual no era bien visto según los cánones de la época. Así que, para no exponer el riesgo de una nación el príncipe abdicó a la corona, es decir, renunció a su condición de futuro rey para convertirse en duque de Windsor y solo así pudo casarse con la mujer que amaba.

El punto es que ¿Con que derecho alguien como el padre Alberto que está en ejercicio de sus menesteres pastorales puede hablar de la “moral y las buenas costumbres” si él no las ha practicado? ¿Con qué atribuciones los curas como él hablan de respeto y recato cuando son ellos mismos los que protagonizan tales acciones mundanas?

Con respecto al celibato, diversos clérigos ponen a la mujer como la culpable de su quebranto, cuando son ellos mismos incapaces de afrontar sus propios temores, y la iglesia es la principal culpable, ya que, por conservar su poder, ha inventado historias como la supuesta castidad y pobreza de Cristo, cuando los textos apócrifos revelan que Jesús fue esposo y padre de familia.

Desde mi demoníaco punto de vista, la iglesia, no solo la católica, sino la judía, la islámica y similares, son una falacia ya que su dominio se basa en el miedo, el pecado y la culpa, junto con la supuesta condenación. Los votos que impone la religión son más fáciles de ser quebrantados, es decir, es más fácil obedecer los votos que voluntariamente uno dictamina que los impuestos por una organización religiosa, ya que estas últimas abruman y torturan al que los toman por obligación más que por convicción.

Alguien que hace sus propios votos y sigue sus propias leyes posee mejor convicción que quien los toma por imposición de su dios.

Nota personal: Ahora entiendes porque YO no tengo religión.

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