Crónicas de mi Lado Oscuro

A raíz de la pesadilla que tuve algunas semanas atrás, si se han tomado la molestia de leerlo, sobre el cual iba a contraer nupcias, voy a exponer lo que opino de este nivel, estadio o como gusten llamarlo.

El matricidio, para algunos, es la consumación de dos seres que se aman profundamente mediante el cual unen sus vidas legalmente o religiosamente, para otros es el fin de una vida apacible para transformarla en un suplicio con cada año transcurrido.

Muchos dicen que el matricidio acaba cuando la luna de miel se extingue, pues es en ese momento en que todo el color rosa desaparece para dar paso al duro golpe que es la llegada a las tres dimensiones.

El riesgo que corre todo matricidio es la rutina, ustedes saben casa-trabajo-casa de lunes a viernes, ves la misma cara todos los días y todos los actos se hacen repetitivos como el mecanismo de un reloj. Otro riesgo es cuando ambas partes se quitan las máscaras es decir, que salen las partes negativas de los esposos, cosas que antes tolerabas empiezan a fastidiarte, como cuando ves el dentífrico abierto o los zapatos tirados sobre la cama; dichos detalles comienzan a friccionar la relación. En otras palabras, la convivencia deja ver los defectos de ambos integrantes, los mismos que tienden a ser detonantes para futuras disputas.
Además de la rutina están los cambios productos de la misma, ella dejó de ser linda desde que empezó sólo a estar en bata y con montón de rulos en la cabeza y él dejó de ser atractivo al dejarse crecer la típica barriguita cervecera, y como consecuencia no sólo mata el “amor” sino que también la pasión; ya no es lo mismo follar como cuando eran novios que cinco años, ya no hay esas ganas de un buen orgasmo, ya que ningún hígado soportaría esa fachas.

La problemática aumenta cuando vienen los hijos, y por ende hay más roles que cumplir, y hay más rutina y más desgaste, lo que deviene en tres opciones: 1) Soportar estoicamente hasta que el cuerpo aguante, 2) Divorciarse y 3) Buscarse otr@. Y como verán, la mayoría opta por las dos últimas salidas.

A riesgo de sonar trillado, como que eso es parte del ciclo de la vida, no obstante no le veo el sentido.

Personalmente, la verdad es que yo no me veo casado y la razón es que me gusta mi libertad y no me gusta crear conflictos innecesarios. No es que esté en contra del matricidio, solo digo que no es lo mío. Así que descuiden si el matricidio llega, tendrá que pasar por encima de cadáver antes de ser esclavo de él. Y como diría alguien una vez: “El amor enceguece, pero el matrimonio devuelve la vista cuando ya es muy tarde”.

Nota personal: ¡Primero muerto antes que casarme! ¡Viva la soltería!