Wednesday, January 14, 2009

 

Vanidad Femenina

No se si habrán dado cuenta en lo pintorescas que son las mujeres a la hora de vestirse y que por causa de esa dificultad técnica, casi siempre se vuelven impuntuales en sus citas.

Ocurre casi siempre que uno espera en el sitio y hora acordado a la fémina en cuestión, y la mayoría de veces llega tarde, rozando los quince minutos reglamentarios o su vez envía mensajes en el celular rogando paciencia ¿y todo porque? por el tiempo que se demora en vestirse.

A qué se debe esta situación ¿Acaso es una costumbre, una ley no escrita, cuestión de genes o una manera de ser? La cuestión está en que a la hora de vestirse, las mujeres tienden a perderse por buscar un buen atuendo.

Lo que para nosotros, los masculinos, es una tarea sencilla el elegir que ponernos, para ellas resulta un dilema y en casos extremos llegan al estrés por no decidirse qué lucir.

Entremos en detalles.

Los que hemos tenido la suerte de conocer la habitación de una chica vemos que en su armario se halla una notoria colección de prendas y muy bien surtidas, que van desde los zapatos, camisetas, blusas con o sin escote, faldas (para las que tienen dicha de poseer lindas piernas) jeans con el estilo de moda, o sea de los descaderados, con los rotos y gastados artificiales; hasta su buena dotación de pantys, sostenes y similares, así también como sus infaltables accesorios: aretes, anillos, pulseras, etc, etc todo rigurosamente ordenado y clasificado en su respectivo cajón.

Ahora bien, imaginemos que la chica de nuestro ejemplo recibe una invitación a salir, al cine por ejemplo, lo primero que hace es ir al armario y sacar de cada cajón las prendas que usará, empieza por ponerse una falda y una blusa, pero se da cuenta que la blusa no combina con la falda y se cambia por una camiseta, se mira al espejo, pero nota entonces que la camiseta le hace lucir gorda, entonces se viste con otra blusa, pero advierte que el escote está muy atrevido y se molesta porque la última vez que lo usó se sentía muy a gusto; prueba con otra blusa, con un escote más discreto, pero los tirantes de su sostén relucen por sus hombros y por esta vez los encuentra indecentes, a la final decide por la primera blusa que se puso y que en vez de falda usará un jean.

Escoge un jean que no usó en meses, lo siente bien, pero no combina con la blusa, prueba con otro, con un descaderado, pero el espejo le indica unos rollitos saliéndose por sus costados, lo cual la irrita. Prueba con otro, no la hace lucir gorda, pero no resalta sus curvas y es muy raro puesto que lo usó hace una semana; prueba con uno y con otro más y este último le hace quedar bien, no le produce esos antiestéticos rollitos y resalta bien sus atributos.

Ahora pasa a los zapatos, se calza unas zapatillas, pero, nuevamente no combinan con el jean y la camiseta, intenta con unos zapatos planos, luego unas botas, se decide por las botas, combinan bien con el jean pero no con la camiseta; y otra vez busca una camiseta que pueda combinar. Tras cinco puestas, halla una que finalmente hace juego con las otras prendas; ahora se dirige a los accesorios. Los aretes en forma de estrella no le parecen adecuados para la cita, prueba las de pajaritos, las de soles; decide por las de lunas, pero nota con desagrado que no hacen juego con las botas; nuevamente busca otro calzado y halla unos de lona. Finalmente, cuando cree que está lista se da cuenta que si maquillaje no le favorece con la camiseta, y otra vez ella empieza a buscar una, y termina por ponerse la que se probó por cuarta vez. Luego busca unos anillos, se pone dos uno en forma de sol y otro en forma de ave, pero al tomar el bolso nota que no luce nada bien con su atuendo, por lo que empieza a buscar un bolso de entre toda su colección y se decide por uno que le regalaron en su último cumpleaños.

Todo este trajín le tomó como casi una hora de disyuntivas, y hubiera sido una media hora más si alguien, a último momento dijera: “Tal prenda no te queda” por que eso significaría para ella un borra y va de nuevo.

El motivo de todo esta maroma, es que a las mujeres les encanta no solo verse bien, sino ser el centro de atención y provocar tanto la mirada de los masculinos como la envidia de sus colegas femeninas, por tanto el lucir un buen atuendo se convierte en una silenciosa competencia entre ellas por destacarse por sentirse glamorosas. Todo en nombre de su vanidad.

¡Ah! ¡Las mujeres! ¡Benditas sean por su forma de ser!

Nota1: Si alguna fémina se siente aludida y desea corroborar o corregir mi teoría, por favor, ya sabes donde hacerlo.

Nota 2: Cualquier semejanza con alguna integrante de la Alianza del Girasol, es pura coincidencia.

Comments:
Alianza del Girasol? ah?, chuta, eso si no sé qué será!

jajaja, que chiste, así mismo es, por eso siempre salgo tarde y puedo demorarme tooodo un día para no más de ver qué me pongo, y casi nunca quedo conforme con la primera "probada", toca siempre cambiarse al menos unas tres veces.

Lo bueno es que el Carlitos es un amigo con mucha paciencia :P
 
encuentro un aporte importante tu conclusión relacionando la impuntualidad de las mujeres con su vanidad, bueno en este caso no me siento identificada, porque suelo ser puntual con mis citas personales y además que no me cuesta nada saber qué me voy a poner, eso si, no tengo muy buena fama de vestirme bien, entonces creo yo que tienes toda la razón mi querido amigo!
 
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