Tuesday, November 25, 2008

 

Sobre la moda y mi leve inclinación de la misma

Hace dos años atrás escribí algo referente titulado “La desigualdad de la igualdad de los géneros (parte III: moda, necesidad o qué?)”, si sienten curiosidad o si son lectores nuevos que recién están sintonizando este humilde blog pueden buscarlo, leerlo y opinarlo. En resumidas cuentas expuse que el capitalismo genera muchas industrias, en este caso la moda, y que es un misterio descifrar quien o qué determina la tendencia en el vestir así como el juzgar qué es “in” y qué es “out”.

Retomando un poco esto de la moda, digamos que es uno de esos males necesarios ya que todos, directa o indirectamente, seguimos sus dictámenes. Al decir directamente me refiero a gente que es esclava de las tendencias, que muda toda su guardarropa en un dos por tres, e indirectamente me refiero a aquellos que canalizan el asunto del vestir hasta conseguir hacerlo original.

El secreto del vestir, como dijo una vez mi entrañable amiga Marcela, es hacerlo parte ti, darle esa originalidad única. Con el tiempo entendí que al igual que en “Saint Seiya”, que tú haces a la armadura (o ropa en este caso) y no la armadura a ti.

En mi caso personal, mi manera de vestir no a variado mucho con el paso de los años. Desde mi niñez usaba jeans y camisetas, posteriormente ya en la adolescencia seguía usando jeans rectos, lo que si me encantaba en esa época eran los zapatos deportivos de caña alta marca Reebok, y más aún quedé fascinado cuando vi la segunda parte de Volver al Futuro, donde Marty Mc Fly se calza unas Nike con una caña que le quedaba a los tobillos. Yo soñaba con tener uno de esos (por si las, esa peli me vi cuando me eché la pera en el cole y me vi la doble función contínua de volver al futuro I y II, pero eso es otra historia). Días mas tarde mi mamá me compró un par de esos zapatos que estaban en boga, unos Adidas de colores blanco, rojo y azul. No eran como los de Marty, pero se les asemejaba un poco, en lo personal me gustaban esa clase de zapatos, no porque fueran aniñados, sino que para mí punto de vista, eran muy estéticos, originales y que caminar en ellos se sentía tan suave como si andaras todo el día sobre una alfombra de algodón. Ya al llegar al penúltimo año de colegio me compré el reemplazo de las Adidas, un par del mismo modelo de marca Troop, eran de color azul y blanco, y les puse unos cordones azules por unos que lo que quedaban, era igual de rico caminar con ellos. Las camisetas habían cambiado, por ese entonces reuní dinero suficiente para comprarme unas 7 camisetas estampadas en Marathon de todos los colores; habían unos tonos que quedaban conmigo y otros que la verdad no, es más una vez tuve un buzo de color verde fosforescente que me puse algunas veces (¡qué foco!).

A partir del sexto curso empecé a usar gafas, sencillamente porque, hasta hoy, me lastima la luz del sol; como ya cursaba en el ultimo nivel de ese antro, uno se sentía como el jefe sobre los inferiores y más aún sobre los novatos; debo decir que me sentía temido con ellos y más aún cuando usaba gafas, una de las poquísimas sensaciones agradables que tuve en Vietnam.

Mis fieles Troop me acompañaron hasta la entrada a la universidad allá por 1995. en esos año decidí convertirme en rockero, ya que no me consideraba alguien común. Empecé a andar de negro y con unos brazaletes que aún los uso. Me daba gusto percibir que la gente se abría paso cuando andaba por los pasillos en el ICB de la politécnica (solo estuve 3 semestres ahí) ya que tenía aspecto igual de temido, un conocido me dijo una vez: “Pareces el enviado de Jhon Connor”.

Ya en cuando estudié en la FACSO, seguía igual con mis jeans rectos y mis gafas, las únicas cosas que cambiaron fueron las camisetas; de la gama de colores escogí el rojo oscuro, el azul marino, el verde oscuro y el negro, a excepción de las camisetas de estampados rockeros igual de negras. También cambié de calzado, empecé a usar botas de seguridad industrial de punta de acero. Los usaba en el colegio, pero no muy seguido, así que decidí usarlas hasta el día de hoy. Posteriormente, por esos años empecé a comprar camisas, pero no cualquier camisa, sino de las que tiene bolsillos con botones en el pecho. “Las necesitarás algún día” solía decirme a mí mismo y ya ven, los uso para ocasiones formales y en este caso para laborar temporalmente en la Estación. Lo último que he adquirido son chalecos de esos con bolsillos múltiples, son tan prácticos, al principio tuve dos: uno verde oliva que le presté a mi hermana para sus viajes a la selva porque estudiaba biología (y que se dio gusto en gastarla jeje) y otra de jean claro, que luego la teñí de azul marino. Cuando empecé a laborar en la Estación compré una de color negro, muy versátil pues tiene bolsillos por todo lado y que queda bien con mi camisa y con mi labor en los medios. Me gustan mucho los chalecos, y por eso mi hermana me regaló uno por mi último cumpleaños.

Una de las cosas curiosas respecto a mi forma de vestir y la moda es que parece que ella me copia. Me explico. Hace diez años me compré mis primeros cinturones negros con agujeros remachados (aún los conservo), pero que ocurre que días después empecé a ver jóvenes con esos cinturones, lo mismo me pasó a inicios del dos mil cuando la primera generación de jeans comenzaron a gastarse, y toda la gente empezó a andar con jeans gastados, pero la diferencia es que estos fueron comprados ya a la fuerza, es decir que esos gastados fueron hechos en la fábrica y que no se comparaban con los míos que se los ganaron con el tiempo y con el uso. Estos mismos jeans, me refiero a los míos, empezaron a romperse y, para no botarlos pues tienen mucho valor sentimental para mí, decidí remendarlos con parches rockeros o similares, o a su vez con bolsillos de jeans ya “muertos”, y ¿Qué creen? Ahora veo en las calles a la gente con jeans similares a los que parcho con la diferencia de que ellos los adquieren así de la fábrica. ¿Qué imitadores no?

En fin, como dije antes, la moda nos sigue directa o indirectamente, pero la mejor moda es la que no se sigue, y para ello es necesario ser original en lo que te pones y explorar algo novedoso que sea apropiado para tu guardarropas. Así nos diferenciamos quienes son esclavos de las tendencias y que aunque no se den cuenta, y como dicen en su argot, ellos sí están “out”.

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