Wednesday, October 08, 2008
Sobre el Exilio

¡Ay el exilio! ¡Pobrecit@! Es lo que dicen quienes no entienden los referentes para que dicha situación haya ocurrido.
El exilio es nada más que el espacio en el que uno puede hallar una brecha de tranquilidad, reflexionar todos los actos suscitados, y sobre todo, sanar las heridas tanto externas como internas, para de este modo, recobrar la fortaleza y el orgullo gastado por alguna causa que se creyó justa.
Es como reposar sobre un campo de pasto mientras las heridas intentan cerrarse con el sol a la intemperie; es llorar lo suficiente para sentir nuestra caída mientras pasan los días como si fueran años, es la convalecencia de nuestro espíritu dolido.
Generalmente hay dos tipos de exilio: el impuesto, como fue mi caso, y el voluntario, cuando se decide salir de todo por cuenta propia. Pese a esa diferencia ambos exilios presentan el mismo cuadro para abordar la dolorosa recuperación.
El tiempo que se deba permanecer ahí, depende del tiempo que se necesita para sanar, pueden ser meses e incluso años. Al final, cuando viene la recuperación, solo quedan marcas en la piel o en nuestro interior que no se borrarán con facilidad, sobre todo estas últimas. Así mismo, dicha etapa nos devuelve el orgullo más fortificado otorgándonos invulnerabilidad para futuras batallas. “Lo que no te mata, te hace más fuerte”.
Al exilio no debe ser tomado a la ligera, merece nuestro respeto cuando lo oímos mencionar y nuestro aprecio cuando estamos en él.