Wednesday, February 13, 2008

 

Sobre el Tránsito (Razones por las que me niego estar frente a un volante)

Podrían decirme que soy facilista o cómodo, pero detesto conducir un automóvil. Por más que haya puesto una vez empeño por intentarlo, simplemente lo detesto. Como la paternidad, no está dentro de mis planes el manejar, ni mucho menos el de tener un automóvil.


Para que entiendan mejor (y te rías un poco) expondré mis razones.

1) Desorientación: Cuando estoy frente al volante, me siento cual Ryoga (personaje de la serie Ranma y medio), es decir que automáticamente pierdo el sentido de orientación. Como transeúnte me da igual la dirección para ir a mi destino, pero en un auto, eso sí que no, pues tienes que reconocer que vía tiene un sentido o doble, por donde no doblar a la derecha o izquierda, no curvar en U, por donde hay curvas peligrosas (y no me refiero a las curvas de Edith), donde hay que estacionar y donde no; a que distancia hay un puente o un zumba-burros (chapas acostados, vamos, esos montículos de asfalto en la que debes disminuir la velocidad, ¡Ah si! se llaman rompe-velocidades) UFF! En pocas me pierdo en la ruta a tomar, así como mi falta de visión para las señales de tránsito.

2) Falta de sensibilidad: Tiene que ver en parte con la desorientación, pues frente al volante el rango de visión disminuye estorbado por el horizonte de metal del cacharro, al igual que todos sus costados. Así me cuesta mucho calcular las distancias para virar o para dejar el espacio entre carro y carro, y ya saben que soy pésimo para los cálculos numéricos, pues según sé los virajes debe ser en 90 grados y el espacio que se debe dejar entre carro y carro es de medio metro, o sea que para lo bien que me cae el mal nacido de Baldor y compañía.

3) Leyes de tránsito: Es bien conocido que nuestro país tiene el índice de accidentes de tránsito más alto de toda Latinoamérica (Somos segundo o tercero. Da igual, pero somos), lo cual nos pone en el vergonzoso título de país inseguro en lo referente al tránsito. Solo vean las noticias de crónica encebolladezcas, televisión o el conocido diario que chorrea sangre. Así que ¿Con qué garantía puede uno manejar con gente irresponsable que irrespeta las señales de tránsito, “abuseros” o no “abuseros” ya que hasta los mismos policías y autoridades públicas las ignoran? En otro países, de primer orden, las leyes de tránsito son estrictas y a rajatabla, y nadie osa en cometer una infracción por las altas multas a pagar y por no perder el puntaje de sus licencias, lo que conllevaría a la imposibilidad de conducir temporalmente o de por vida. Esto tiene como consecuencia que los accidentes sean nulos en un alto porcentaje, ya que las ocasionadas por fenómenos climáticos no son causa de infracción. Lastimosamente aquí, la iniciativa de endurecer las leyes de tránsito se ven truncadas por intereses de mal llamado sindicato de transportistas, por su mentalidad obtusa y por valorar más el dinero que la seguridad de pasajeros, transeúntes y conductores en general.

4) Impericia: Retomando los dos puntos anteriores, tanto mi sentido de orientación como mi sensibilidad se pierden como pavo en semana santa, lo que se traduce en maniobras tan temerarias que hasta el 007 se queda mudo, a la hora de jugar carreras en el Play Station. O sea, si en el Play Station me pego LAS MATADAS, no se diga en el mundo real, donde tuve dos chances de salvarme por un pelo de rana calva.

Concluyendo: Por eso, para evitar cometer tremendas salvajadas, prefiero otras alternativas: caminar, ir en bus o que otros manejen por mí. Yo no pienso estar frente a un volante ni aunque me paguen. He dicho.

Comments:
La verdad manejar puede llegar a ser muy estresante, especialmente si vas con alguien que "sabe manejar" mejor que tú y te pone más nervios@...prefiero ser peatona aunque eso signifique más peligro, porque en este Quito, el peatón es un mito... =D
 
Nimphadora: Lo bueno del peatón esque tiene más libertad de movimiento. Gracias por visitarme.
 
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