Crónicas de mi Lado Oscuro

No sé si es la calentura del resfriado que niego a que me invada, o la sensibilidad producto de ésta que me provoca a aflojar las letras como un ebrio con sus palabras.
No se por qué debo pedirte disculpas y tampoco por qué debería hacerlo.

Pedir disculpas por ser como soy no tiene sentido ni mucho menos lógica.

Soy como soy un ser callado, sigiloso, degenerado a mi forma, orgulloso, sibarítico, vengativo dispuesto a herir cuando me hieren y a bendecir cuando son gentiles conmigo.

El silencio y la oscuridad son mis aliados, la indiferencia y la venganza algunas de mi armas. Confieso que antes detestaba y agradaba ser así, pero, después de lo vivido, después de ese dolor que solo tú pudiste darme (ojo no te estoy culpando) ahora me encanta, me fascina y excita. El orgullo revestido de rencor abren la poca brecha que me queda y me envuelve en un escudo, ese escudo que impide que alguien profane mi territorio sagrado, mi edén. Una vez te dije que aun tenías cierto poder sobre mi (un poder similar que tuvo Edith en su tiempo), ahora puedo decir a ese poder se ha extinguido.

Soy un ser acorazado, como una fortaleza erizada de armas presto a usarlas a cualquier intento de intimidación sea quien sea, caiga quien caiga; mi orgullo y mi integridad son prioridad. Eso no significa que sea cruel, lo soy cuando debo serlo, así cuando soy amable cuando debo serlo, aunque en la mayoría de las veces no lo notes con mi silencio y mis gestos indiferentes.
¡Soy así y dudo que logres entenderlo en algún momento de tú vida!

Busco y sigo mis ideales así como mi día prometido.