Tuesday, November 27, 2007

 

CORTOCIRCUITO

5 pm de una tarde de viernes. ¡Un avión se estrelló en la cabecera norte del aeropuerto! El teléfono suena “!Artillero, necesito imágenes de archivo del aeropuerto y si tienes de un avión similar al siniestrado, mejor!”

El teléfono suena otra vez ”!Artillero, trata de buscar el reportaje del avión que se estrelló en el mismo sitio en 1998!”

En cinco minutos suena otra vez “!Atento artillero, enviarán una señal en vivo del lugar donde ocurrió el accidente aviatorio para que lo grabes!”

El centro de comando es un ir y venir de reporteros y camarógrafos, hay mucho movimiento como un avispero, similar al día en que falleció la ministra. El estrés se hace patente en los reporteros y en el personal técnico, menos para mí; trato de permanecer los más calmado y no dejarme contagiar de mis compañeros. De hecho lo consigo como en la mayoría de las veces. Busco lo que me encomendaron. Un artillero podría decirse es un ser mágico que tiende a retar a la imposibilidad, de cuyas misiones un alto porcentaje han sido cumplidas al punto. Es un cazador de imágenes (me gusta serlo).

Voces y exclamaciones surgen de todos lados. Los miro unos segundos. Y vuelvo a mis labores. Alrededor mío todos se mueven al ritmo del apuro, mientras yo sigo una velocidad pausada, como si yo me desplazara diez segundos más delante de ellos.

Y consigo lo que me encomendaron.

- ¡Tomas del aeropuerto, listas! ¡Hallé un avión similar al estrellado! ¡Aquí tiene!


- ¡El reportaje de 1998 está en dvc-pro, allí sobre la mesa!

- ¡Listo para grabar el transmisión en vivo! ¡Confirmen la posición del decodificador! ¡Señal captada, grabando en el sistema!

Pasan 15 minutos.

- ¡Listo, transmisión finalizada!

Faltan diez minutos para el noticiero nocturno. Subo al control master a activar el sistema lector y a revisar los libretos.

Un minuto para salir al aire

- ¡Atentos salimos en vivo, atentos! – exclama el subjefe de noticias evidentemente estresado.

- Al aire – Ordena el director de cámaras y la presentadora inicia la con la noticia del accidente de avión, apoyada por el lector que manipulo desde mi puesto de artillería, un piso arriba del estudio uno.
La adrenalina pasa en mí, y me mantiene atento y lo disfruto. No dejo que la presión me invada, está ahí sí, pero procuro no hacer caso a su premura.

Pasa la hora de transmisión, y cuando finaliza la lectura de todos los reportajes, puedo respirar de alivio mientras apago el sistema lector.

En un noticiero todo puede pasar – como lo dije una vez -, y esa noche fue una de esas noches movidas. Como un cortocircuito.



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