Crónicas de mi Lado Oscuro

Yukino volvió a casa a hurtadillas, por si las dudas. Estaba desierto, tal como lo había supuesto. Fue corriendo a su cuarto y se cambió el uniforme por su jean y camiseta favoritos, tomó su chompa por si acaso lloviera y volvió a salir.

No se demoró en llegar a la terminal, estuvo de pie en el acceso principal, sosteniendo unas flores blancas y un leve rubor que ahuyentaba el frío matutino. Aquel bus que debía traerlo tenía media hora de retraso. Siguió esperando... y llegó.

Corrió a él y lo abrazó de un salto, entregándole las flores blancas. Quería besarlo, pero sentía que no era el momento, al menos hasta que se la pasara el rubor.

El visitante se dejó guiar por la jovencita quien lo condujo a las iglesias de la Ciudad Antigua, a veces ella se trababa en algunas explicaciones y su corazón se agitaba al notar que él la abrazaba.

El día transcurrió hasta que llegó el momento de que él retornara en el siguiente bus de regreso. Yukino lo acompañó a la terminal callada por unos minutos. Su corazón volvió a temblar cuando él dijo que la había pasado muy bien a su lado.

- ¿Volveré a verte? – decidió ella a hacer la pregunta.

- Espero que sí.

Antes que el bus encendiera su motor, el visitante abrazó a Yukino y la besó a los labios. Yukino hizo lo mismo respondiendo aquel beso, mas tuvo que dejarlo ir en el bus a punto de abandonar la terminal.

Yukino volvió temprano a casa. Sus labios aun sentían aquel delicioso cosquilleo, se acostó en su cama y durmió contenta. Valió la pena fugarse del colegio aquel día.