Crónicas de mi Lado Oscuro

Croxus vio que la pequeña nave monoplaza de Yukino ya se hallaba en el hangar de la fragata espacial “Centuria”. Preguntó a un técnico si la había visto, éste le dijo que la vio dirigirse al puente a reportarse. Conocía bien a la jovencita, ella no se dirigía al puente y fue en su busca.


De pie, frente al gran ventanal de observación, Yukino miraba con cierta nostalgia el planeta donde había descendido a visitar a su hermana. Su planeta natal. Su mano aún aferraba el medallón que una vez le dio su padre cuando era una niñita, antes de desaparecer. Lágrimas de decepción salieron de ella, pero las borró con coraje al sentir que la puerta del elevador se abrió a su espalda.

-Sabía que estarías aquí. La Centuria zarpará dentro de poco – se acercó a Yukino - ¿Estás bien?

- Sí, sí – simuló admiración hacia el ventanal –. Antareha es un planeta hermoso desde aquí.

- Pensé que habías decidido quedarte con tú hermana.

- Cambié de idea –contuvo el nuevo llanto -. Yo... no quiero llevar una vida aburrida en un planeta aburrido.

Croxus tomó los hombros de la jovencita de cabello corto y volteó a verla.

- Yukino, ¿Qué ocurre?

- La historia que me contaron es una farsa – exclamó frustrada -. Mi padre no fue lo que me contaron. Nos abandonó a mi madre a mí hermana y yo. Por eso mi madre murió. No soportó sentirse engañada por sus vicios y su crueldad. Mi hermana mayor me lo contó todo, me lo ocultaron porque creyeron era lo indicado. Toda mi admiración, todo mi cariño que le tenía ha desaparecido. Todo fue una mentira. Ese hombre nos ha hecho mucho daño, no sabes cuanto. Detesto tener su sangre. Odio ser su hija.

- Eres su hija para bien o para mal, eso no significa que te convertirás como él – respondió el hombre, mirando al planeta -. Parte de la vida es no cometer los errores de nuestros predecesores y ser mejores de lo fueron. Eres una excelente piloto, y una buena amiga, para mí eso es suficiente. Puedes quedarte en la Centuria y viajar con nosotros, si quieres.

Yukino alzó sus ojos.

- ¿De veras puedo quedarme? – exclamó esperanzada.

- Claro. Respondió él, y la joven le dio un abrazo de gratitud. En ese momento, se oyó una voz en el comunicador personal.

- Croxus, la Centuria está saliendo de la órbita de Antareha.
- Enterado, Kodama – dijo él desde su comunicador personal -. Activen toda la potencia a los reactores – se acomodó el aparato en su cinturón -. Voy al puente Yukino ¿Vienes?

- Te alcanzo luego.

En cuanto Croxus se retiró, Yukino, palpó por última vez el medallón. Se acercó a la compuerta de eyección usada para las honras fúnebres. Puso el medallón en la tobera y activo el mecanismo. El objeto que una vez fue suyo flotaba ahora en el espacio.

- Adiós.

Derramó una lagrima y se dirigió al puente.