Crónicas de mi Lado Oscuro

Te vi llegar puntualmente, sentado en las gradas de la Plaza de las Américas, vi cómo llegabas a mí, saltando con la gracia de una niña encantada e hiciste una venia frente a mí.

Reímos. No había reído asé en meses.

Una película (es al segunda vez que le soy “infiel” a Kodama), unos helados y el tradicional girasol (para la Quinta Aliada) nos acercaron más.

El caminar en la neciente noche de vuelta a casa, me enseñaste que hay un conejo en la luna; nunca lo había notado hasta que lo vi reflejado en tus ojos expresivos.

Aquella tarde, reí contigo y me di cuenta que hay un conejo en la luna.

Gracias por mostrármelo, Yukino-chan.