Monday, March 20, 2006

 

Impulso




Finalmente lo hice. No fue una decisión sencilla. Prometí no ceder a mis instintos ¿Pero qué mas podía hacer, dímelo? ¿Esperar? ¿Fingir un falso papel de mártir? ¿Masturbación?

¿Crees que es fácil oír las historias, tus historias. Las veces que has follado en un taxi, en la cama de tu hermana, en el motel cerca de la Universidad, y tener que revivirlos con envidia y morbo en mis noches insignificantes?

Fornicaste a tu primer novio, un compañero de trabajo, a un tipo en una fiesta y nunca me elegiste a mí ¿por qué? Es algo que no he deseado entender...

Inventé una excusa para no verte (tenía que hablar con Marco sobre unos Cds que me consiguió). En realidad fui a la “Gata Roja”: un puti-club cerca de la universidad.

En la sala del local, yacían algunos tipos abrazados a unas chicas que los entretenían con sus encantos.

- ¿Desea algo?

- Sí- dije sin titubear a la encargada de blusa y minifalda ceñida -. Quiero una chica.

- Sígame.

Me guió a un cuarto alfombrado, con una cama amplia y una TV empotrada en la pared donde la encargada activó el VHS, proyectando una película porno y llamó a las chicas aplastando un timbre cerca de la puerta.

- Estas son las chicas disponibles por el momento – dijo ella.

Conté cinco, todas con trajes provocativos, la carne que voy a alquilar.

-Son: Luana, Montse, Rayna, Yaheira, Gaby y por supuesto también estoy yo. Puede elegir.

Busqué entre ellas a quien se asemejara a ti: el mismo cuerpo, la misma mirada.

- Escojo a ella – señalé con mi garra.

- Rayna, es tuyo.

Todas las chicas salieron y Rayna cerró el cuarto.

No fue fácil concentrarme. Hace más de un año que no he estado con una mujer.

- Oye – pregunté cuando la llevé a la cama tras abrazarla - ¿Puedo llamarte ????

- Puedes llamarme como quieras- respondió sin tanta emoción -. Eres el cliente.

La rebautice con tú nombre, desprendiendo su poca ropa hasta desnudarla, frotando sus blancos senos contra mi barba crecida en cuatro días. Me puse de mala gana el condón y la penetré en igual talante, me agarré a su cuerpo y me moví sin esperar nada. Sus gemidos artificiales no fueron impresionantes para mí, ni su falso clímax.

Al terminar, me sentí traidor, ella cubrió su pecho enrojecido con su sostén; no le dije nada y salí de ahí.

No sentí nada de aquel sexo pagado, fue tan disfrazado como mi primera vez. Realmente no lo veo el lado divertido del sexo. No se si es ira o frustración que llevó en mí hasta hoy.

Lo único cierto es que por primera vez, en mucho tiempo, vendí mi tonto código de honor por ti... (y no es tú culpa)

Comments:
wow... esta sí me gustó!!!
 
codigo de honor!!! eso me recuerda cuando era fuerte... ahora soy igual q todos la misma mierda, espero q tu no
 
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