Thursday, November 10, 2005

 

Cuando ver la televisión era un placer

Yo pertenezco a la generación de la televisión. A falta de amigos en mi infancia y adolescencia (sin mencionar la exclusión de mis primos a la hora de jugar), la televisión fue ese amigo artificial que me mostraba el mundo a través de su pantalla de cristal. La mayor parte del tiempo me la pasaba frente a ella, devorando sus imágenes a todo color y calibre, me ha mostrado casi todo, desde lo fantástico, lo hermoso, hasta lo morboso y cruel que el humano ha podido crear. Definitivamente era un placer a veces compartida con la familia, pero principalmente mío, solo mío; la televisión a sido mi compañía inerte, complementada posteriormente con la llegada del VHS y el DVD.

Realmente era divertido y excitante disfrutar esas imágenes en movimiento sin interrupción, a excepción de los incómodos pero necesarios comerciales. Parece que han pasado siglos cuando yo regresaba del sórdido mundo real, entre las clases, las frustraciones, mi vacío emocional, y me olvidaba de todo al prender mi televisión.

¿Pero qué a pasado en estos años, concretamente con la llegada del nuevo siglo?. La televisión ha ido perdiendo ese silencioso ritual y seducción. Ya no es un placer, sino una tortura a la vista. Antes uno esperaba una semana o más para ver la película o programa que tanto ansiaba y apreciando la castidad de aquella pantalla, libre de estorbos, salvo del necesario logotipo de la empresa televisiva. Hoy es lo contrario.

El programa que tanto uno ha ansiado, no solo que cortan la secuencia al antojo de la televisora, sino que ha sido profanada cono esas horribles franjas al extremo inferior de la pantalla (sin contar que el logo de ciertas cadenas es puesto en el centro del costado derecho lo que viola la concentración del espectador)con varios e idotas propósitos.

“El día tal no se pierda el estreno de tal novela, vea el evento tal hoy a la hora tal, vote por el mejor ciudadano”. No conformes con mencionarlos durante los comerciales, lo repiten una y n veces en la franja inferior de la pantalla como si el televidente fuera un estúpido, impidiendo el disfrute del programa con se lo hacia hace no mucho tiempo. El televidente ya sabe que tal evento pasa a tal hora, lo sabe desde los comerciales pero los administradores del televisoras lo pasan por alto.

La “estrategia de la franja inferior” es explotada no solo como recorderis, sino también para “sugerir” sorteos a través del celular, compatibilidad de nombres (¿Quien diantres es Daniel que pide a Juanita que se deje de tonterías y se case con él?), También es usado como gurú (¿A quien le importa que Eduardo será en cinco años propietario de una flota de busetas?) y hasta de alcahuete ( Mi nombre es Martín, quiero conocer amigassss súper bacan para darles... mi cel 09??????)

Dicho fenómeno no sólo es da las cadenas nacionales, sino de las cadenas de televisión a nivel mundial (y es típico que en este país de tercera tiende a copiar sin cuestionar)

Este irrespeto ha ido mermando la paciencia del televidente. Ahora recurre al uso del DVD, comprando la temporada de tal serie, película o documental para volver a ese estado apacible que facilitaba la televisión cuando poseía ese estado puro. Los directivos de las televisoras ya no ven al espectador como un ser a quien debe otorgar un servicio, si uno un número de estadística para medir la audiencia.
Desearía volver a esos tranquilos años, en donde la televisión era una grata compañía y no en lo que es ahora: un estorbo necesario.

Comments:
Solo puedo acotar algo: dios salve a la televisión por cable.
 
everithing but Mazinger
 
everi instead very.. a proposito porsiaca
 
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