Wednesday, January 17, 2024
Encontré a Pepita cuando era
cachorra en el 2014. Era junio, iniciaba el verano y el sol era muy intenso
aquella tarde. La encontré camuflada entre el pasto seco. Me acerqué para saber
si seguía con vida y afortunadamente seguía respirando, tan solo agotada por la
insolación. La llevé a casa y la puse en un sitio para que descansara y un poco
a agua. Al inició se consideró darla en adopción, pero al final se decidió que
se quedaría en casa. Su nombre inicial era Antonella, pero casi todos le
decíamos Pepita, también gorda o gordita de manera muy cariñosa. Le gustaba la
buena comida, hacía gestos cuando no le gustaba algo. Junto con Nebraska (que
también se fue a la otra vida el año pasado) eran buenas amiga. Cuando
caminaba, Pepita movía su gordura con elegancia y siempre me esperaba para
darle su queso o jamoncito que tanto le gustaba. Le tenía miedo a los fuegos
artificiales, pero principalmente a los rayos. Cuando arreciaba la tormenta la
dejábamos entrar a la sala o la llevaba a mi habitación mientras la
tranquilizaba. Tenía que cargarla, ya que en el último año ya no le gustaba
subir las escaleras, solo las bajaba. Eso sí, Pepita podía subir a la cama o al
sillón de mi habitación sin problema y dormía hasta que pasara la tormenta.
Siempre le decía que tenía suerte por tener un sitio donde comer y dormir,
mientras la veía dormida en toda su gloria. Recibió mucho cariño como todos.
Desde la semana pasada bajó de peso
inexplicablemente. Por más que se hizo lo que dijo el veterinario, Pepita se
fue el lunes por la mañana frente a mí… No puedo evitar la pena que me ha
invadido. Ha dejado un espacio grande como los que han dejado últimamente
(Nebraska, Vieja y otros que anteriormente pasaron por este mundo)
Pepita tuvo una buena vida, vivió feliz,
pero por sobre todo le dimos mucho cariño. Solo deseo que esté donde esté, se
encuentre en un lugar mejor, feliz y contenta que bien se lo merece (el mismo
deseo que hago cuando alguien se va al otro lado) donde solo haya paz y
armonía, donde la felicidad es eterna.
Pepita estará en mi corazón, junto con
quienes he convivido, y vivirá en mi mente mientras la recuerde.
"La muerte no es el final de la
jornada, solo el inicio de otra".